¿Quién fue FREDERICH BASTIAT?
Quiero iniciar este ensayo con una frase que describe los valores universales que Bastiat más defendió en sus obras: "La vida, la libertad y la propiedad no existen por razón de leyes hechas por el hombre. Por el contrario, el hecho es que la vida, la libertad y la propiedad, existen con anterioridad a aquello que hizo a los hombres, hacer leyes por primera vez."
En defensa de los empresarios, una de sus ideas fue "En la guerra, el fuerte se impone al débil; en los negocios, el fuerte imparte fortaleza al débil”. Con respecto a la Ley dijo “Cuando la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto por la ley” y en crítica a los Socialistas y su modo de conducir la Sociedad de una forma centralmente planificada dijo: "Rechazamos la educación estatal, y los socialistas nos dicen que rechazamos toda clase de educación. Rehusamos una religión de Estado, y los socialistas dicen que no queremos ninguna religión. Nos oponemos a la igualdad impuesta por el Estado, y los socialistas nos acusan de estar en contra de la igualdad.... Es como si los socialistas nos acusasen de no querer que la gente comiese, simplemente porque no queramos que el Estado se dedique a la producción de cereales."
El papel desempeñado por Frédéric Bastiat en la historia de las doctrinas económicas presenta muchas peculiaridades interesantes. Bastiat no fue nunca un profesor universitario; pero tampoco fue un empresario o comerciante relevante, el otro grupo importante del que solían formar parte quienes se ocupaban de los problemas económicos en el siglo XIX. No tuvo responsabilidades de gobierno y su papel en la vida parlamentaria fue limitado. Fue, eso sí, un escritor de prestigio y un periodista muy conocido; pero sólo durante algunos años. Si pensamos que su primer artículo en el Journal des Economistes se publicó el año 1844 y que Bastiat murió el año 1850, a edad bastante temprana, nos encontramos con el hecho de que su vida pública duró apenas seis años. Sin embargo, su influencia en la política económica de Francia, y en la de otros países, como España, fue grande. El debate más importante sobre política económica que tuvo lugar en el siglo XIX se centró en la cuestión del libre comercio internacional y el proteccionismo; y no cabe duda de que es difícil entender las amplias discusiones que tuvieron lugar en casi todo el continente europeo sin conocer la obra de Bastiat y su influencia en innumerables políticos que adoptaron decisiones importantes, y a menudo muy polémicas, en temas de política aduanera.
Este es el Bastiat más conocido. Es ese gran periodista económico del que hablaba Schumpeter en su Historia del análisis económico, el hombre que, sin hacer grandes aportaciones al campo de la teoría, habría sido capaz de lanzar un movimiento a favor de una política económica concreta. Pero, si leemos su obra a la luz de la economía actual, encontraremos que en los escritos de Bastiat hay mucho más que la defensa del librecambio. Sus libros y artículos reflejan también una visión sorprendentemente moderna del papel que la ley y el Estado desempeñan en la vida económica. En otras palabras, hay en la obra de Bastiat un análisis institucional de la economía que, tras haber sido olvidado durante largo tiempo, vuelve a salir a la luz en momentos como los actuales, en los que la economía ha convertido de nuevo al Estado, al derecho y a las instituciones en temas relevantes de investigación.
Nació Bastiat el año 1801 en la Bayona francesa, muy cerca, por tanto, de la frontera de España y del Bidasoa, que a menudo citaba como ejemplo de un río que, en vez de promover el comercio, lo destruía, por el simple hecho de ser frontera entre dos naciones. Su padre era un comerciante acomodado en Bayona, ciudad en la que se había establecido en 1780. La familia Bastiat provenía de la región de las Landas, donde habían sido pequeños propietarios. Pero venían dedicándose desde hacía algún tiempo al comercio. La Revolución les permitiría dar un paso importante en su ascenso social, ya que compraron al Estado tierras expropiadas a exiliados. Tanto el padre como la madre murieron muy jóvenes, dejando a Frédéric huérfano con sólo nueve años de edad. Se trasladó éste entonces a Mugron a vivir con su abuelo paterno y pronto empezó también a experimentar los problemas de salud que lo acompañarían a lo largo de toda su vida. En 1814 ingresó en la escuela de Sorèze, una de las más prestigiosas de la Francia de la época, donde parece que recibió una excelente formación tanto en ciencias como en humanidades. Permaneció allí hasta 1818, año en el que, sin haber terminado sus estudios de bachillerato, regresó a Bayona para trabajar en la empresa comercial que allí tenía uno de sus tíos. Su actividad comercial le permitía, sin embargo, dedicar bastante tiempo a la lectura; y fue en la primera mitad de la década de 1820 cuando estudió las obras de Adam Smith, J.B. Say y Destutt de Tracy, que le harían más tarde abandonar el mundo de los negocios para entrar en la vida periodística y política. Tras el fallecimiento de su abuelo, volvió a Mugron, como heredero de las tierras de Sengrisse, donde establecería su residencia principal hasta el final de sus días. Allí llevó una vida tranquila, durante bastantes años, que incluyó el desempeño de algunos cargos menores, como el de juez de paz y miembro del Consejo General del Departamento, así como un frustrado intento de explotar él mismo sus tierras. Con tiempo suficiente para continuar sus estudios, sabemos que la lectura que más le influyó en aquellos años fue el Tratado de legislación de Charles Comte, obra que inspiraría muchas de sus propias ideas.
Un cambio fundamental tuvo lugar en la vida de Bastiat el año 1844, cuando escribió su primer artículo en el Journal des Economistes, con el expresivo título «La influencia de los aranceles franceses e ingleses en el porvenir de ambos pueblos».
Este artículo fue el primero de una larga serie de trabajos que convertirían a Bastiat no sólo en un escritor conocido, sino también en una referencia obligada en el debate sobre el librecambio. Con un buen dominio de los recursos de la lengua y una gran facilidad para explicar de forma sencilla los principios básicos de la economía, supo crear un tipo de artículo breve que se hizo pronto muy popular en Francia. Bajo el título de Sofismas económicos editó dos largas series de estos artículos en libros que pronto fueron traducidos al inglés, español, italiano y alemán.
El año 1846 dio Bastiat un paso más en su lucha por el comercio libre, al intervenir directamente en la fundación de las sociedades librecambistas de Burdeos y París. En realidad, no era su primer intento en la creación de una organización que agrupara a comerciantes y empresarios que se consideraban perjudicados por la política estatal. Unos años antes, en 1840, ya había intentado fundar una asociación vinícola nacional, cuyo objetivo era luchar contra la elevada fiscalidad que soportaba el vino en aquellos años. Pero sería en las asociaciones librecambistas en las que encontraría el ambiente adecuado para llevar a cabo su lucha contra el proteccionismo.
Dos años más tarde intervino activamente también en el gran cambio político que experimentó el país como consecuencia del proceso revolucionario que derrocó la monarquía de Luis Felipe. Miembro, primero, de la Asamblea Constituyente, y después de la Asamblea Legislativa, desempeñó un papel intenso, aunque breve, en las numerosas discusiones parlamentarias que tuvieron lugar en torno al papel del Estado en la economía y al debate sobre ese conjunto de ideas vagamente definido que empezaba entonces a denominarse socialismo. En septiembre de 1850, siguiendo el consejo de los médicos, viajó a Italia para intentar mejorar su salud en un clima más benigno. Pero no consiguió la esperada recuperación y falleció de tuberculosis en Roma, ciudad en la que está enterrado, ese mismo año.
Para analizar la obra escrita y la actividad política de Bastiat resulta imprescindible situarlas en el marco de la economía francesa de su época. Bastiat vivió, sin duda, uno de los periodos más convulsos de la historia de Francia, en el que la República nacida de la Revolución fue sustituida por el Imperio napoleónico, que dio paso a una nueva monarquía absoluta, sustituida, a su vez, por una monarquía burguesa, que caería para dar paso a una nueva república, que no sería, en realidad, sino el prólogo del Segundo Imperio. Pero nos engañaríamos si pensáramos que estos cambios políticos provocaron grandes perturbaciones en el mundo de la economía. Por el contrario, la economía francesa mostró una gran estabilidad a lo largo de la época; y las modificaciones que experimentó fueron mucho menos dramáticas que las que tuvieron lugar en un país como Gran Bretaña, mucho más estable desde el punto de vista político, pero inmerso en un proceso de desarrollo industrial muy superior al francés.
La posición crítica de Bastiat y la de cuantos lucharon en Francia por el librecambio hay que entenderla en el marco de una economía que iba quedando rezagada frente a la británica, en unos momentos, además, en los que Inglaterra estaba a punto de dar un paso fundamental hacia el comercio libre con la supresión de la protección a su producción de cereales
En Gran Bretaña el movimiento librecambista fue más la expresión de las protestas de una sociedad en rápida evolución que de las doctrinas de los economistas clásicos. Y en este marco se entiende mucho mejor la actuación de Bastiat en su lucha por introducir el comercio libre en Francia. Los argumentos que aparecen en sus numerosos escritos son de una brillantez notable; pero no son especialmente elaborados desde el punto de vista del análisis económico; y la creación de instituciones que fueran más allá del simple debate teórico para con-seguir resultados prácticos refleja, sin duda, la influencia de lo que estaba sucediendo en Inglaterra.
Aunque no supongan grandes aportaciones al desarrollo del análisis económico, los numerosos ensayos que Bastiat escribió sobre el problema del librecambio siguen resultando interesantes, fundamentalmente por expresar en términos muy sencillos algunas ideas básicas de la teoría económica que chocan directamente con los argumentos proteccionistas, especialmente en la forma en que se expresaban a mediados del siglo XIX, basados, en buena medida, en la idea de que la protección era necesaria para desarrollar el «trabajo nacional». Bastiat supo desmontar una a una estas falacias. Así, de una lectura de sus ensayos se deduce con claridad que no es cierto que la protección incremente la demanda agregada de productos o que eleve el nivel salarial y se explica bien lo absurdo de la pretensión de «igualar las condiciones de producción» como requisito para liberalizar el comercio entre dos países.
La influencia de Bastiat en los movimientos librecambistas de la Europa continental de la década de 1840 fue significativa. Sus obras fueron traducidas y citadas en todo el continente. Fueron los años de apogeo de la doctrina librecambista, que tuvieron su máxima expresión en la creación de asociaciones a favor del librecambio en toda Europa y en los dos grandes Congresos a favor de la libertad comercial que tuvieron lugar en Bruselas los años 1847 y 1856. Pocos años después, en 1860, se firmaría el tratado comercial entre Francia y Gran Bretaña, que suele considerarse como el hecho más significativo para el desarrollo del comercio internacional en Europa desde la derogación de las leyes británicas de cereales en 1846. Fueron años importantes, tal vez no tanto por lo que realmente se consiguió como por el hecho de las expectativas que se crearon de un gran proceso de integración económica mediante el librecambio que, finalmente, no llegaría a consolidarse.
La obra de Bastiat ejerció una influencia relevante en la España de los años centrales del siglo XIX. La obra de ningún otro economista fue objeto de un número mayor de ediciones en lengua española en esos años. Entre 1846 y 1870 se publicaron, al menos, catorce ediciones de obras de Bastiat en castellano; y algunos de sus libros, como los Sofismas económicos y las Armonías económicas, fueron objeto de diversas ediciones, no sólo en España, sino también en algunos países de Hispanoamérica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario