De una República Aérea a una Economía Aérea
Cuando Bolívar llegó a
Nueva Granada procedente de Curazao, se dirigió a los ciudadanos Neogranadinos
en su célebre “Manifiesto de Cartagena” del 15 de diciembre de 1812, para
exponer sus puntos de vista de las razones por las cuales se perdió nuestra I
República, advirtiéndonos que la misma fue formada, por ciertos
buenos visionarios que imaginando “repúblicas aéreas”, procuraron alcanzar la
perfección política presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano.
Obviamente, salvando las
distancias que separan a nuestro Libertador con quien les escribe, quiero hacer
un paralelismo de sus ideas para la época, con nuestra actual coyuntura de
crisis social, política, educacional, cultural y en particular económica, partiendo
de un grave problema estructural que padecemos, nuestra sistema económico está basado
en una “economía
aérea”, totalmente disfuncional, muy similar a la “República
Aérea” a la que él se refirió y que desencadenó en la pérdida de nuestra
primera República. Hoy en día, a causa
de nuestra “Economía Aérea”, será bien posible que nuestros sueños de una
economía diversificada, exportadora y no dependiente del rentismo petrolero, se
estrellen contra una pared representada en la realidad del mercado
internacional, pues de manera arrogante los venezolanos presuponemos la
perfectibilidad de nuestras potencialidades como Nación, considerando la
inmensidad de recursos naturales que nuestro suelo nos ha proporcionado, sin
tomar en cuenta que una Economía para el Desarrollo amerita la confluencia de
otros tres elementos, como son enormes inversiones de capital, una mano de obra
bien calificada y los avances tecnológicos que permitan hacer que la industria
minimice costos y maximice los beneficios.
Para algunos estudiosos,
la Historia es el análisis del pasado, para comprender el presente y tratar de
predecir el futuro, y no podemos tener claridad de nuestro presente, si
seguimos creyendo que las causas de nuestros actuales malestares se deben a la
injerencia de factores externos, pues nuestro problema económico desde mi
óptica redunda en malas decisiones políticas que se fueron tomando desde
aproximadamente la mitad del período conocido como IV República y que se
acentuaron en la V, que dieron como consecuencia que esos cuatro elementos a
los que me referí precedentemente fueran influenciados de manera profundamente
negativa, pues se han fugado capitales existentes, se ahuyentan nuevos, el
sistema educativo no ha sabido capacitar la mano de obra que se requiere para
insertarnos en una economía competitiva, los pocos ingresos que obtenemos
producto de la inmensidad de recursos naturales se ha despilfarrado en gasto
sin permitir la inversión productiva, y producto de la consolidación en los
mercados internos, los oferentes no se preocupan en invertir en tecnología para
incrementar la eficiencia, pues con el gasto inicial ya tienen asegurados sus
ingresos por un buen tiempo ante la falta de competencia.
Nuestro subdesarrollo
como sociedad se debe más a razones políticas que económicas, pues los
encargados de dirigir los destinos de nuestra Nación han sido incapaces de
materializar y hacer sostenible en el tiempo un Proyecto Nacional que incorpore
a los diversos sectores de la sociedad en el compromiso de convertir a nuestro
país en una Potencia, producto de la irresponsable aplicación de erradas
políticas económicas, que han convertido a toda una sociedad dependiente del
Capitalismo de Estado imperante y que desde hace años se disfrazaba de Social
Democracia y ahora de Socialismo cuasi Comunista.
No es solo calificar
adecuadamente a la masa trabajadora, hay otro elemento psicológico muy
importante, ya que los venezolanos tenemos un grave problema cultural en el
cual se debe trabajar, debemos darle el verdadero valor que el trabajo honesto
y formal se merece, el del logro de metas a largo plazo, el dejar de querer
dinero fácil sin importar si se comete alguna falta o incluso un delito. Es imprescindible que a través de la
incorporación de materias a lo largo de todo el pensum educativo como formación
moral y ciudadana, ética, valores, etc., combinado con un aporte en los medios
de comunicación social, se trate de cambiar dichos elementos tan negativos de
nuestra cultura.
Por otro lado, pensemos
solo por un momento a lo que pudiésemos llegar, si más personas estuviesen
dedicadas a la generación de divisas, pues apenas un 0,5% de la población,
representado en los 147.000 trabajadores de la industria petrolera, genera el
97% de las divisas que ingresan a nuestro erario público. Si buena parte del otro 99,5% de la población
orientara sus esfuerzos en actividades de las que a nivel mundial influyen en
el crecimiento del PIB de las naciones, como el sector agrícola, el sector
industrial y el financiero nuestro futuro pudiese ser diferente, al que seguiríamos
condenados de seguir por el camino errado.
Nuestra diversificación
de la economía empieza porque el Estado asuma su rol de promotor y fomento de
esos tres sectores, el financiero representado por la banca, los seguros y el
mercado de valores; la agricultura, de tipo industrial no conuquera ni urbana;
y el industrial, administrada por particulares que garanticen indicadores de
Eficiencia, Rendimiento y Rentabilidad sobre los Activos y el Patrimonio, y no
en manos de un Estado con un control ineficiente sobre sus actividades, que
hace que esas industrias básicas y de carácter “estratégico” se sostengan con
aportes del presupuesto nacional que pudiesen estar destinados a otras
necesidades de la población de mayor importancia.
Ahora bien, para tratar
de entender las causas de nuestros problemas, encontramos que es precisamente a
raíz de la reivindicación de los derechos laborales en la década de los
setentas, que se da el comienzo de nuestros males económicos contemporáneos,
cuando se promulgaron las leyes laborales de obligatorio cumplimiento en todo
el territorio nacional, considerando como referente los beneficios que solo una
industria tan de bajos costos y altos beneficios como la industria petrolera
podía pagar, es decir, se trasladaron a empresas improductivas los costos que
solo una empresa tan productiva como Pdvsa podía asumir. De esta manera comenzó
nuestro vía crucis inflacionario, el cual tiende a aumentar cada día nuestras
penurias, si no tomamos plena conciencia de ello, especialmente los políticos,
a los cuales les fascina aplicar medidas demagógicas y paternalistas sin
evaluar las consecuencias de su acción.
No es coincidencia que
los países con una legislación laboral de “avanzada” sean los que padecen del
mal de detentar los niveles de inflación más elevados del mundo, tal como se
acentuó en Venezuela a partir del 2012 con la promulgación de Ley del Trabajo
más “moderna” que hemos tenido hasta ahora.
Los efectos de tan “maravillosas”
reivindicaciones laborales hace que nuestra economía siga siendo aérea,
solamente funcional para nuestro país, con los salarios reales de los
trabajadores formales totalmente depreciados, y con una inmensa cantidad de
trabajadores informales con un nivel de ingreso muy superior, que por
encontrarse en esa situación de informalidad tienen mayores ingresos, pero
padeciendo el estar al margen de la seguridad social, la contribución de
impuestos y la generación de bienes y servicios.
Son precisamente los que
no están amparados por las leyes laborales, ni protegidos sindicalmente,
quienes tienen mejores ingresos, pues cobran sumas mucho más elevadas por sus
servicios, tal es el caso de las damas que prestan servicio doméstico, los
comerciantes informales que conocemos como buhoneros, y la nueva economía
paralela que ha surgido producto de las distorsiones económicas, representada en
bachaqueros y hacedores de cola.
La falacia de la
composición estudiada por los economistas, explica perfectamente lo antes
detallado, la cual se define como la concepción errónea de que lo que es cierto
en el caso de una de las partes, también es necesariamente cierto en el caso
del todo. Es por ello que una pequeña
parte de los trabajadores del sector formal beneficiados con las leyes
laborales venezolanas, generan que la economía venezolana considerada como un
todo, se vea afectada en su conjunto, originando como les expongo acá, el
efecto de ser una economía aérea, la cual no guarda relación, ni es capaz de
interactuar con las economías de otras naciones en igualdad de condiciones.
Tenemos la oportunidad única
de cambiar antes de que nuestra sociedad termine de tocar fondo y no es
simplemente cambiar de titulares de gobierno, son cambios estructurales a los
que me refiero, y me permito citar al historiador inglés Arnold Toynbee, quien
sostenía que la razón del progreso de las civilizaciones se debe a la
concurrencia de dos hechos: uno, a un reto muchas veces de carácter negativo,
que incita a una respuesta positiva y que una minoría selecta tome para sí una
acción creadora, y que luego, por el mimetismo de su conducta, transmita a las grandes masas la solución al
reto de transformación. Es el momento que las apenas 300 personas que
gobiernan a Venezuela, entre Presidente y Gabinete Ejecutivo, Magistrados del
TSJ, Diputados y titulares de los otros dos Poderes Públicos, entiendan que el
momento de cambiar es ya, y que el futuro de 30 millones de venezolanos depende
de las decisiones que hoy tomen. Ojalá
el Pueblo pueda tener la suficiente conciencia de escoger entre los mejores, a
esa minoría selecta de 300, que dirigirán el rumbo de la gran masa que ya no
quiere más esperanzas ni sueños sino respuestas concretas a sus necesidades, y
que sólo se podrá lograr con cambios profundos y estructurales a nuestra
lamentable “economía aérea”.
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