En honor a Frederich Bastiat se funda en Charleston en el 2004, la Sociedad Bastiat, la cual tiene como Misión: "Buscar un mundo cada vez mejor promoviendo que las
empresas trabajen tranquilamente y operen en forma rentable, pues los negocios
pueden generar riqueza para todos. Promovemos este hecho mediante la
participación de la comunidad de negocios de una manera positiva, una sociedad
no política y académica - una sociedad basada en principios creadores de la
riqueza. Nuestra misión es dar a los que crean riqueza y puestos de trabajo,
las herramientas que necesitan para su defensa”.
En Venezuela funciona desde el 2015 y entre sus miembros
fundadores están Leonardo Brito (Presidente) y Luis López (Secretario Ejecutivo).
La Sociedad Bastiat
Venezuela realiza las siguientes actividades: Conversatorios y Tertulias una
vez al mes, tiene un Club de Emprendedores, un Círculo de Lectores, Programas
de Formación para Líderes Juveniles, Cursos para elaborar Planes de Negocios, y
próximamente buscará llegar a un público más numeroso organizando Foros y
Conferencias sobre temas económicos y de promoción al emprendimiento.
Los Capítulos de la Sociedad Bastiat, que tienen
como norte cambiar el clima de las ideas, siendo think tanks, (piscinas o
tanques de pensamiento), están en Estados Unidos en 13 ciudades: Charleston, Charlotte, Colorado
Springs, Columbia, Indianapolis, Los Angeles, Naples, Nashville, New York City, St. Louis, Wichita, Wilmington.
En el continente Africano
en Ethiopia,
Kenya y Nigeria
En el continente Asiático en Sri Lanka.
En Europa, en Francia e Inglaterra
En América Latina en Colombia, Ecuador, Honduras, Guatemala, Panamá y Venezuela
Sigue al capítulo Venezuela en twitter por @BastiatVzla y en nuestro fanpage de facebook: https://www.facebook.com/BastiatVzla/
Quiero
iniciar este ensayo con una frase que describe los valores universales que
Bastiat más defendió en sus obras: "La vida,
la libertad y la propiedad no existen por razón de leyes hechas por
el hombre. Por el contrario, el hecho es que la vida, la libertad y la
propiedad, existen con anterioridad a aquello que hizo a los hombres, hacer
leyes por primera vez."
En defensa de los empresarios, una de sus
ideas fue "En
la guerra, el fuerte se impone al débil; en los negocios, el fuerte
imparte fortaleza al débil”. Con respecto a la Ley dijo “Cuando
la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta
la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto
por la ley” y en crítica a los Socialistas y su modo de conducir la Sociedad de
una forma centralmente planificada dijo: "Rechazamos la educación estatal,
y los socialistas nos dicen que rechazamos toda clase de educación. Rehusamos
una religión de Estado, y los socialistas dicen que no queremos ninguna
religión. Nos oponemos a la igualdad impuesta por el Estado, y los socialistas
nos acusan de estar en contra de la igualdad.... Es
como si los socialistas nos acusasen de no querer que la gente comiese,
simplemente porque no queramos que el Estado se dedique a la producción de
cereales."
El papel desempeñado por
Frédéric Bastiat en la historia de las doctrinas económicas presenta muchas
peculiaridades interesantes. Bastiat no fue nunca un profesor universitario;
pero tampoco fue un empresario o comerciante relevante, el otro grupo
importante del que solían formar parte quienes se ocupaban de los problemas
económicos en el siglo XIX. No tuvo responsabilidades de gobierno y su papel en
la vida parlamentaria fue limitado. Fue, eso sí, un escritor de prestigio y un
periodista muy conocido; pero sólo durante algunos años. Si pensamos que su
primer artículo en el Journal des Economistes se publicó el año 1844 y que
Bastiat murió el año 1850, a edad bastante temprana, nos encontramos con el
hecho de que su vida pública duró apenas seis años. Sin embargo, su influencia
en la política económica de Francia, y en la de otros países, como España, fue
grande. El debate más importante sobre política económica que tuvo lugar en el
siglo XIX se centró en la cuestión del libre comercio internacional y el
proteccionismo; y no cabe duda de que es difícil entender las amplias
discusiones que tuvieron lugar en casi todo el continente europeo sin conocer
la obra de Bastiat y su influencia en innumerables políticos que adoptaron
decisiones importantes, y a menudo muy polémicas, en temas de política
aduanera.
Este es el Bastiat más
conocido. Es ese gran periodista económico del que hablaba Schumpeter en su
Historia del análisis económico, el hombre que, sin hacer grandes aportaciones
al campo de la teoría, habría sido capaz de lanzar un movimiento a favor de una
política económica concreta. Pero, si leemos su obra a la luz de la economía
actual, encontraremos que en los escritos de Bastiat hay mucho más que la
defensa del librecambio. Sus libros y artículos reflejan también una visión
sorprendentemente moderna del papel que la ley y el Estado desempeñan en la
vida económica. En otras palabras, hay en la obra de Bastiat un análisis
institucional de la economía que, tras haber sido olvidado durante largo
tiempo, vuelve a salir a la luz en momentos como los actuales, en los que la economía
ha convertido de nuevo al Estado, al derecho y a las instituciones en temas
relevantes de investigación.
Nació Bastiat el año
1801 en la Bayona francesa, muy cerca, por tanto,
de la frontera de España y del Bidasoa, que a menudo citaba como ejemplo de un
río que, en vez de promover el comercio, lo destruía, por el simple hecho de
ser frontera entre dos naciones. Su padre era un comerciante acomodado en
Bayona, ciudad en la que se había establecido en 1780. La familia Bastiat
provenía de la región de las Landas, donde habían sido pequeños propietarios.
Pero venían dedicándose desde hacía algún tiempo al comercio. La Revolución les
permitiría dar un paso importante en su ascenso social, ya que compraron al
Estado tierras expropiadas a exiliados. Tanto el padre como la madre murieron
muy jóvenes, dejando a Frédéric huérfano con sólo nueve años de edad. Se trasladó
éste entonces a Mugron a vivir con su abuelo paterno y pronto empezó también a
experimentar los problemas de salud que lo acompañarían a lo largo de toda su
vida. En 1814 ingresó en la escuela de Sorèze, una de las más prestigiosas de
la Francia de la época, donde parece que recibió una excelente formación tanto
en ciencias como en humanidades. Permaneció allí hasta 1818, año en el que, sin
haber terminado sus estudios de bachillerato, regresó a Bayona para trabajar en
la empresa comercial que allí tenía uno de sus tíos. Su actividad comercial le
permitía, sin embargo, dedicar bastante tiempo a la lectura; y fue en la
primera mitad de la década de 1820 cuando estudió las obras de Adam Smith, J.B.
Say y Destutt de Tracy, que le harían más tarde abandonar el mundo de los
negocios para entrar en la vida periodística y política. Tras el fallecimiento
de su abuelo, volvió a Mugron, como heredero de las tierras de Sengrisse, donde
establecería su residencia principal hasta el final de sus días. Allí llevó una
vida tranquila, durante bastantes años, que incluyó el desempeño de algunos
cargos menores, como el de juez de paz y miembro del Consejo General del
Departamento, así como un frustrado intento de explotar él mismo sus tierras.
Con tiempo suficiente para continuar sus estudios, sabemos que la lectura que
más le influyó en aquellos años fue el Tratado de legislación de Charles Comte,
obra que inspiraría muchas de sus propias ideas.
Un cambio fundamental
tuvo lugar en la vida de Bastiat el año 1844, cuando escribió su primer
artículo en el Journal des Economistes, con el expresivo título «La influencia
de los aranceles franceses e ingleses en el porvenir de ambos pueblos».
Este artículo fue el
primero de una larga serie de trabajos que convertirían a Bastiat no sólo en un
escritor conocido, sino también en una referencia obligada en el debate sobre
el librecambio. Con un buen dominio de los recursos de la lengua y una gran
facilidad para explicar de forma sencilla los principios básicos de la
economía, supo crear un tipo de artículo breve que se hizo pronto muy popular
en Francia. Bajo el título de Sofismas económicos editó dos largas series de
estos artículos en libros que pronto fueron traducidos al inglés, español,
italiano y alemán.
El año 1846 dio Bastiat un
paso más en su lucha por el comercio libre, al intervenir directamente en la
fundación de las sociedades librecambistas de Burdeos y París. En realidad, no
era su primer intento en la creación de una organización que agrupara a
comerciantes y empresarios que se consideraban perjudicados por la política
estatal. Unos años antes, en 1840, ya había intentado fundar una asociación
vinícola nacional, cuyo objetivo era luchar contra la elevada fiscalidad que
soportaba el vino en aquellos años. Pero sería en las asociaciones
librecambistas en las que encontraría el ambiente adecuado para llevar a cabo
su lucha contra el proteccionismo.
Dos años más tarde
intervino activamente también en el gran cambio político que experimentó el
país como consecuencia del proceso revolucionario que derrocó la monarquía de
Luis Felipe. Miembro, primero, de la Asamblea Constituyente, y después de la
Asamblea Legislativa, desempeñó un papel intenso, aunque breve, en las
numerosas discusiones parlamentarias que tuvieron lugar en torno al papel del
Estado en la economía y al debate sobre ese conjunto de ideas vagamente
definido que empezaba entonces a denominarse socialismo. En septiembre de 1850,
siguiendo el consejo de los médicos, viajó a Italia para intentar mejorar su
salud en un clima más benigno. Pero no consiguió la esperada recuperación y
falleció de tuberculosis en Roma, ciudad en la que está enterrado, ese mismo
año.
Para analizar la obra
escrita y la actividad política de Bastiat resulta imprescindible situarlas en
el marco de la economía francesa de su época. Bastiat vivió, sin duda, uno de
los periodos más convulsos de la historia de Francia, en el que la República
nacida de la Revolución fue sustituida por el Imperio napoleónico, que dio paso
a una nueva monarquía absoluta, sustituida, a su vez, por una monarquía
burguesa, que caería para dar paso a una nueva república, que no sería, en
realidad, sino el prólogo del Segundo Imperio. Pero nos engañaríamos si
pensáramos que estos cambios políticos provocaron grandes perturbaciones en el
mundo de la economía. Por el contrario, la economía francesa mostró una gran
estabilidad a lo largo de la época; y las modificaciones que experimentó fueron
mucho menos dramáticas que las que tuvieron lugar en un país como Gran Bretaña,
mucho más estable desde el punto de vista político, pero inmerso en un proceso
de desarrollo industrial muy superior al francés.
La posición crítica de
Bastiat y la de cuantos lucharon en Francia por el librecambio hay que
entenderla en el marco de una economía que iba quedando rezagada frente a la
británica, en unos momentos, además, en los que Inglaterra estaba a punto de
dar un paso fundamental hacia el comercio libre con la supresión de la
protección a su producción de cereales
En Gran Bretaña el
movimiento librecambista fue más la expresión de las protestas de una sociedad
en rápida evolución que de las doctrinas de los economistas clásicos. Y en este
marco se entiende mucho mejor la actuación de Bastiat en su lucha por
introducir el comercio libre en Francia. Los argumentos que aparecen en sus
numerosos escritos son de una brillantez notable; pero no son especialmente
elaborados desde el punto de vista del análisis económico; y la creación de
instituciones que fueran más allá del simple debate teórico para con-seguir
resultados prácticos refleja, sin duda, la influencia de lo que estaba
sucediendo en Inglaterra.
Aunque no supongan
grandes aportaciones al desarrollo del análisis económico, los numerosos
ensayos que Bastiat escribió sobre el problema del librecambio siguen
resultando interesantes, fundamentalmente por expresar en términos muy
sencillos algunas ideas básicas de la teoría económica que chocan directamente
con los argumentos proteccionistas, especialmente en la forma en que se
expresaban a mediados del siglo XIX, basados, en buena medida, en la idea de
que la protección era necesaria para desarrollar el «trabajo nacional». Bastiat
supo desmontar una a una estas falacias. Así, de una lectura de sus ensayos se
deduce con claridad que no es cierto que la protección incremente la demanda
agregada de productos o que eleve el nivel salarial y se explica bien lo
absurdo de la pretensión de «igualar las condiciones de producción» como
requisito para liberalizar el comercio entre dos países.
La influencia de Bastiat
en los movimientos librecambistas de la Europa continental de la década de 1840
fue significativa. Sus obras fueron traducidas y citadas en todo el continente.
Fueron los años de apogeo de la doctrina librecambista, que tuvieron su máxima
expresión en la creación de asociaciones a favor del librecambio en toda Europa
y en los dos grandes Congresos a favor de la libertad comercial que tuvieron
lugar en Bruselas los años 1847 y 1856. Pocos años después, en 1860, se
firmaría el tratado comercial entre Francia y Gran Bretaña, que suele
considerarse como el hecho más significativo para el desarrollo del comercio
internacional en Europa desde la derogación de las leyes británicas de cereales
en 1846. Fueron años importantes, tal vez no tanto por lo que realmente se
consiguió como por el hecho de las expectativas que se crearon de un gran
proceso de integración económica mediante el librecambio que, finalmente, no
llegaría a consolidarse.
La obra de Bastiat ejerció una influencia
relevante en la España de los años centrales del siglo XIX. La obra de ningún
otro economista fue objeto de un número mayor de ediciones en lengua española
en esos años. Entre 1846 y 1870 se publicaron, al menos, catorce ediciones de
obras de Bastiat en castellano; y algunos de sus libros, como los Sofismas
económicos y las Armonías económicas, fueron objeto de diversas ediciones, no
sólo en España, sino también en algunos países de Hispanoamérica.
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