A diferencia de los Estados Unidos, en los
países latinoamericanos no hay núcleos industriales de importancia, ya que se
especializan en la simple extracción de materia prima y en la producción
agrícola. A raíz de la Gran Depresión de
1929 de los Estados Unidos, se desplomaron en todos los países latinos las exportaciones
hacia ese país, y en consecuencia disminuyó la entrada de divisas y por tanto
no se pudo importar bienes manufacturados provenientes de los países
desarrollados industrialmente.
Gracias
al pensamiento estructuralista encabezado por el argentino Raúl Prebisch, quien
publicó el libro “El Desarrollo Económico de la América Latina y algunos de sus
principales problemas”, así como el de otros pensadores como Celso Furtado de
Brasil, Anibal Pinto de Chile, y Aldo Ferrer, también de Argentina; se comienza una política en la región de
sustitución de importaciones, estableciendo medidas proteccionistas (barreras
arancelarias) para que comience el desarrollo industrial de todos estos
países. Así mismo se crean empresas
públicas de carácter estratégico, se impulsa la educación, la investigación y
el desarrollo tecnológico. El
pensamiento estructuralista surge para solventar las fallas estructurales de
América Latina, en donde sus industrias se especializaban solamente en la
extracción de materias primas y el cultivo agrícola, generando una situación de
grandes desigualdades donde una minoría es propietaria de los medios de
producción, acumulando grandes riquezas, y una gran mayoría carente de medios
económicos, subsisten en un gran estado de miseria y pobreza.
Los Estructuralistas diferencian los países
entre Centrales y Periféricos, los primeros, son los países desarrollados
industrialmente, y los periféricos aquellos especializados solamente en la
extracción de materias primas y una pequeña variedad de productos, en donde
surgen las grandes desigualdades entre la población producto de una equivocada
distribución de la riqueza.
Para
Prebisch, los países periféricos tienen la particularidad de tener enormes y
modernas ciudades, en donde hay una gran actividad comercial realizada por
múltiples empresas, donde al mismo
tiempo y en el mismo lugar, conviven grandes cantidades de población
provenientes de los campos con una actividad agrícola deprimida, en grandes
barrios en condiciones de hacinamiento, pobreza e incluso miseria.
El
pensamiento estructuralista propone, la unión entre los países periféricos para
que se complementen las economías, y dejen de depender de los productos
manufacturados provenientes de los países centrales, para de esa forma no tener
la limitación de un acceso a divisas extranjeras. Para ello, los Gobiernos deben intervenir
para fomentar el crecimiento industrial en cada uno de sus países, haya pleno
empleo, mejore el nivel de vida de sus habitantes, se disminuyan las
desigualdades económicas, haya una idónea redistribución de la riqueza y la
sociedad sea más justa y equitativa.
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