sábado, 15 de abril de 2017

Crisis Económica en Italia

Crisis Económica en Italia



La República Italiana, país que forma parte de la Unión Europea, ha sido el hogar de muchas culturas europeas como los etruscos y los romanos, también fue la cuna del Renacimiento. Su capital, Roma, ha sido durante siglos el centro político y cultural de la civilización occidental. Con un significado cultural de gran importancia y que refleja la mayor cantidad de Patrimonios de la Humanidad, Italia es el tercer país de la Unión Europea que más turistas recibe al año, siendo Roma la tercera ciudad más visitada. Forma parte del Grupo de los ocho (G8) y es un país desarrollado con una calidad de vida alta, encontrándose a 2010 entre las 10 primeras economías del mundo.

También disfruta de un alto índice de desarrollo humano, siendo el vigesimotercer país más desarrollado del mundo a 2010. Es miembro fundador de la Unión Europea, de la Otan y miembro de la Ocde, de la OMC, del Consejo de Europa y de la Unión Europea Occidental. El país tiene una fuerte repercusión en temas de política y cultura, en organizaciones mundiales como el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Programa Mundial de Alimentos.

Hasta los años 50, su economía era esencialmente agrícola y rural, ocupando la mitad de su Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, después de un notable crecimiento económico durante los sesenta y gracias al impulso del Programa de Recuperación Europeo -Plan Marshall-, el sistema productivo italiano se modernizó, concentrándose en la industria y en los servicios. En los últimos años, la parte del producto generado por la agricultura ha llegado a constituir menos de 3% del PIB.

La tendencia más reciente registra un aumento de los servicios privados destinados a la venta y una disminución del aporte de la industria (especialmente en los sectores de construcción y energía). Actualmente, el sector de los servicios ocupa más de 60% de la población económicamente activa, mientras que la industria, que en los años setenta empleaba a 50% de la fuerza laboral, detenta ahora una cuota apenas superior a un tercio.

En el sector agrícola ha prevalecido la innovación. Por un lado, tecnológica, y por el otro, en innovación de proceso. Sin embargo, hoy día la población llega a casi los 60 millones de habitantes, las actividades agrícolas han experimentado un considerable retroceso con respecto a la actividad industrial, tanto en ocupación de la población activa como en su participación en el PIB. La producción agrícola no abastece la demanda alimenticia de la población, y es especialmente escasa en cierta rama ganadera.

En la rama industrial, los esfuerzos se han orientado a la búsqueda de una mayor competitividad e internacionalización. Las empresas italianas tienen una vocación para establecer relaciones comerciales con los mercados foráneos, con una estimación de más de 15.000 empresas que participan en la internacionalización, bien sea con filiales, comercio, o acuerdos de tipo industrial en el exterior.

El desafío italiano relacionado con la globalización se basa en la optimización de los procesos productivos, a través de la automatización y el incremento de la productividad a través de la inversión en la formación del personal, fruto de nuevas técnicas de gestión empresarial.

Las empresas realizan innovaciones que privilegian la utilización de tecnología existente. El desarrollo y las modificaciones de productos y procesos productivos se basan muchas veces, más que en invenciones técnicamente sofisticadas, en un atento examen de las necesidades actuales y potenciales de la empresa. 

La mayoría de las nuevas técnicas de producción introducidas en Italia han sido impulsadas por unidades de tamaño reducido altamente especializadas. En cuanto al ramo de servicios, es notable el crecimiento observado en los sectores más avanzados: servicios financieros y comunicación. 

Una de las claves del éxito italiano es la creatividad de su economía: la imaginación, la innovación y el diseño abarcan muchos sectores de la industria italiana. La estructura económica de la Italia contemporánea es el resultado de una dinámica social centrada en el núcleo familiar, así como en la concentración geográfica de la industria.

Este modelo de agregación empresarial se caracteriza por grupos de Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) interdependientes que operan en un área geográfica reducida. La peculiaridad de esta integración es la ausencia de una "cabeza directiva", cuyo sistema funciona al estilo de los antiguos "laboratorios" del Renacimiento, compartiendo valores, cultura e historia.

Italia no ha escapado de las turbulencias económicas mundiales y ha visto afectada la calificación de las notas de sus deudas soberanas, debido a su alta deuda pública, políticas fiscales laxas, necesidad de financiamiento y freno a su crecimiento económico. Todo esto ha repercutido sobre el mercado laboral y el país ha tenido que aplicar cargas tributarias adicionales incluidas en los dos programas de austeridad aprobados por el Gobierno en los últimos meses, para ahorrar en total unos 100.000 millones de euros. 

El Gobierno hizo fuertes correcciones en sus previsiones con respecto a su crecimiento económico para lo que resta de este año, considerando una desaceleración del consumo de las familias debido a la tasa de desempleo superior a 8%. Actualmente la deuda pública de Italia es de unos 1,8 billones de euros y representa 120% de su PIB. Sus necesidades financieras son tan altas que rebasan los recursos disponibles del Fondo de Estabilización Financiera Europea, lo que pone en duda que países como el Reino Unido, Holanda, Alemania y Francia por si solos sean capaces de contener la crisis financiera italiana. Las economías emergentes y el Fondo Monetario Internacional, según sean tomados en cuenta, jugarán un rol preponderante en la recuperación de Italia.


Factores para entender la crisis en Italia

·         Italia se salvó inicialmente de la crisis bancaria mundial.
Primera clave, Italia sorteó inicialmente la crisis del 07.La crisis del 07 se solventó en Italia con algunas ayudas públicas, pero el problema no fue como en España la falta de crédito, si no de falta de actividad financiera que paralizó el sistema bancario italiano. No habiendo crisis crediticia, ni social ni económicamente hablando el problema no salía de los límites que el sector publico podía controlar.

·         El sistema bancario se apoyaba en pymes solventes hasta….
Segunda clave, las pymes. Pero a partir del 2013 las pequeñas empresas, con un tejido muy parecido al español de pymes, empezaron a tener problemas reales de devolución de créditos y a convertirse en insolventes con lo que arrastraron a los cuatro pequeños bancos que entraron en crisis en 2015 hacia las insolvencias.

·         El dinero público,  dejó de ser la clave del mantenimiento del sistema
La tercera clave,  es la fórmula seguida para refinanciar el sistema bancario. Y como paliaron los Bancos las insolvencias. Emitiendo obligaciones, es decir , pidiendo dinero prestado a la gente con buenos intereses a cobrar a medio plazo y el 12% del dinero obtenido por esta vía, lo acapararon pequeños ahorradores, familias que han invertido sus ahorros en esos bancos con la esperanza de obtener buenos réditos bancarios.
Y esta es otra de las claves de la crisis bancaria que se está produciendo. Los Bancos en crisis se van a llevar puestos a los pequeños inversores familiares con la importante crisis social que va a producirse por esta razón.

·         El clientelismo político, viejo conocido nuestro
Y la cuarta clave, es un sistema financiero basado en el clientelismo político. En España lo hemos vivido y sabemos que debido a ello las Cajas de Ahorro han hecho tambalear el sistema bancario.

Solo tenemos que recordar las grandes infraestructuras públicas que han sido financiadas con fondos de dichas cajas, la CAM en levante, CCM en Castilla la Mancha, Caja Madrid…. 
Todo un elenco de entidades regionales que eran dinero inmediato de los políticos  en el poder en cada momento para las aventuras que creían válidas para sus fines.

Pues ese ha sido el gran problema de Monte dei Paschi, primero gestionado por el Partido Comunista Italiano y después por el Partido Democrático. Política Local y Banca eran una simbiosis que aquí ya conocemos sus resultados.

Cuando Europa no ha terminado de asimilar el shock de la salida británica de la Unión Europea, la crisis bancaria italiana arroja petróleo al fuego y potencia la posibilidad de un Armagedón político, financiero y económico en el Viejo Continente. Si el sistema de medios de pago de la República trasalpina, la tercera mayor economía de la UE y la octava del mundo colapsa, el proyecto europeo recibiría un golpe letal. La crisis de deuda desencadenada en Europa a raíz de la insolvencia griega, un país con un PIB siete veces inferior al de Italia, puso en cuestión la viabilidad de la unión monetaria. La de la banca trasalpina, en una economía estancada y con una ratio deuda/PIB del 140% tendría consecuencias devastadoras. Certificaría el fracaso del marco institucional europeo, incapaz de hacer frente a situaciones críticas. Lo que daría nuevos y sólidos argumentos a los movimientos anti europeístas.

La trágica situación de la banca italiana no es una novedad. Los gobiernos de ese país, su banco central y sus organismos supervisores han desoído las continuas llamadas de atención de la UE para adoptar las medidas correctivas imprescindibles para sanear y reestructurar sus instituciones crediticias. Se ha tolerado que éstas acumulen 360.000 millones de euros de créditos incobrables, un tercio del total de la UE, y no se ha hecho nada para reformar un modelo bancario muy fragmentado e ineficiente. Italia tiene más de 600 bancos con una red de 52 oficinas por cada 100.000 habitantes frente a las 14 de Alemania o las 35 de Estados Unidos. La banca italiana es la menos rentable de Europa occidental y su rentabilidad tenderá a caer en un escenario de estancamiento económico y de bajos tipos de interés.

Desde 2008 a 2014, los gabinetes italianos no aprovecharon las posibilidades abiertas por la UE para solicitar recursos para sanear sus bancos. Con las nuevas reglas europeas para resolver los problemas bancarios, que establecen fuertes restricciones a la asistencia estatal a los bancos con dificultades y limitan las ayudas comunitarias que tienen ese objetivo a situaciones excepcionales, Italia está en un callejón sin salida. En este contexto hay dos opciones posibles: que Renzi incumpla la normativa europea, y que la UE vulnere las reglas establecidas para abordar la recapitalización de los bancos continentales, en este caso de los italianos. Cualquiera de esas fórmulas deterioraría la debilitada credibilidad de la gobernanza europea.

En el supuesto de que Renzi decidiese desafiar a la UE e intentase recapitalizar la banca con fondos estatales se encontraría ante un obstáculo insalvable. ¿De dónde va a sacar los 40.000 millones que dice necesitar para lograr esa meta? Italia tiene una deuda pública del 140% del PIB, la prima de riesgo de los bonos italianos se ha ampliado después del Brexit y de la erosión de la confianza de los inversores en la solvencia de su banca tras el desplome del Monte dei Paschi, el tercer banco italiano por volumen de crédito. Con una economía que presenta un encefalograma plano y sin expectativas de repuntar, nadie prestará dinero al Estado italiano para reflotar las instituciones crediticias.

Junto a las dificultades italianas que imposibilitan la captación de recursos para financiar el saneamiento de sus entidades financieras existen también las políticas. En octubre, el gabinete trasalpino celebrará un referéndum para reformar la constitución -los poderes del Senado y de la Cámara de Diputados-y dotar de mayor estabilidad a los gobiernos. En caso de rechazarse esa propuesta, Renzi ha anunciado su dimisión. A día de hoy, los resultados son imprevisibles, pero existe una creciente oposición al cambio constitucional, liberada por el Movimiento 5 Estrellas, una formación populista que acaba de ganar las alcaldías de Roma y Turín y con una marcada orientación anti UE. Esto significa que la salida del actual primer ministro daría paso a un escenario de alta inestabilidad y con toda seguridad a una masiva fuga de capitales, a una escalada de la prima de riesgo y a una recesión.

Si la UE niega su socorro a la banca italiana, el creciente euroescepticismo de la opinión pública de ese país se agudizaría y es muy probable un triunfo de los populistas de izquierdas o su configuración como una fuerza decisiva para formar Gobierno. Si a esta hipótesis se une la clara posición euroescéptica de la derecha de Berlusconi y de otras formaciones, como la Liga Norte, puede constituirse un consenso bastante amplio a favor de convocar un referéndum para decidir la continuidad de Italia en la UE o, al menos, en el euro. Sólo la probabilidad de que este hecho se produzca o pueda producirse tendría consecuencias desastrosas. Italia no sólo es una de las grandes economías de la UE sino un miembro fundador de esta organización.

En el supuesto de que la UE acuda en socorro de Italia, lo que supone inyectar dinero para recapitalizar sus bancos, implicaría modificar las normas que se aprobaron en 2014 con la finalidad de limitar el riesgo de que los contribuyentes europeos, en especial los del norte, soporten el coste de los rescates bancarios y que el grueso de éste recaiga sobre los accionistas y los bonistas. La violación de esos criterios alimentaría el discurso y el atractivo de las fuerzas populistas en los estados ricos de la UE cuya tendencia al alza es un hecho y que pueden ser decisivos para constituir coaliciones de Gobierno en muchos Estados del centro-norte continental. Así pues, la irresponsabilidad italiana, como antes la griega, agudizan las graves tensiones existentes entre el norte y el sur de Europa. Una coyuntura diabólica.


Como la amenaza de contagio del hundimiento de la banca italiana al sistema bancario europeo y a la economía del resto de Europa es una probabilidad alta, la UE terminará por ceder e inyectará capital. La fuerte caída del valor de las acciones de los bancos tras el Brexit y la debacle del Monte dei Paschi es un claro aviso de lo que sucedería si no se actúa. Sin embargo, muestra algo de mayor calado y gravedad. El diseño institucional europeo para hacer frente a shocks sistémicos es un fracaso y las reglas establecidas para evitar comportamientos nacionales irresponsables no han servido para nada. La unión monetaria puede ser un ancla de estabilidad entre economías si quienes la integran cumplen sus normas, pero es una fuente de inestabilidad cuando esto no sucede. La lección desde 2008 es evidente: la voluntad europea no puede sustituir a la nacional y esto constituye una verdadera impugnación de la arquitectura de la UE. Hoy por hoy no existen intereses europeos comunes capaces de superponerse a los nacionales. 

Ensayo realizado por Kemberling, Venturini 
de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV
para la Cátedra Economía y Política Fiscal
dictada por el Prof.  Luis López

No hay comentarios.:

Publicar un comentario