Crisis Económica en Italia
La República Italiana, país que
forma parte de la Unión Europea, ha sido el hogar de muchas culturas europeas
como los etruscos y los romanos, también fue la cuna del Renacimiento. Su
capital, Roma, ha sido durante siglos el centro político y cultural de la
civilización occidental. Con un significado cultural de gran importancia y que
refleja la mayor cantidad de Patrimonios de la Humanidad, Italia es el tercer
país de la Unión Europea que más turistas recibe al año, siendo Roma la tercera
ciudad más visitada. Forma parte del Grupo de los ocho (G8) y es un país
desarrollado con una calidad de vida alta, encontrándose a 2010 entre las 10
primeras economías del mundo.
También disfruta de un alto índice de desarrollo humano, siendo el
vigesimotercer país más desarrollado del mundo a 2010. Es miembro fundador de
la Unión Europea, de la Otan y miembro de la Ocde, de la OMC, del Consejo de
Europa y de la Unión Europea Occidental. El país tiene una fuerte repercusión
en temas de política y cultura, en organizaciones mundiales como el Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola y el Programa Mundial de Alimentos.
Hasta los años 50, su economía era esencialmente agrícola y rural, ocupando la
mitad de su Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, después de un notable
crecimiento económico durante los sesenta y gracias al impulso del Programa de
Recuperación Europeo -Plan Marshall-, el sistema productivo italiano se
modernizó, concentrándose en la industria y en los servicios. En los últimos
años, la parte del producto generado por la agricultura ha llegado a constituir
menos de 3% del PIB.
La tendencia más reciente registra un aumento de los servicios privados
destinados a la venta y una disminución del aporte de la industria
(especialmente en los sectores de construcción y energía). Actualmente, el
sector de los servicios ocupa más de 60% de la población económicamente activa,
mientras que la industria, que en los años setenta empleaba a 50% de la fuerza
laboral, detenta ahora una cuota apenas superior a un tercio.
En el sector agrícola ha prevalecido la innovación. Por un lado, tecnológica, y
por el otro, en innovación de proceso. Sin embargo, hoy día la población llega
a casi los 60 millones de habitantes, las actividades agrícolas han
experimentado un considerable retroceso con respecto a la actividad industrial,
tanto en ocupación de la población activa como en su participación en el PIB.
La producción agrícola no abastece la demanda alimenticia de la población, y es
especialmente escasa en cierta rama ganadera.
En la rama industrial, los esfuerzos se han orientado a la búsqueda de una
mayor competitividad e internacionalización. Las empresas italianas tienen una
vocación para establecer relaciones comerciales con los mercados foráneos, con
una estimación de más de 15.000 empresas que participan en la
internacionalización, bien sea con filiales, comercio, o acuerdos de tipo
industrial en el exterior.
El desafío italiano relacionado con la globalización se basa en la optimización
de los procesos productivos, a través de la automatización y el incremento de
la productividad a través de la inversión en la formación del personal, fruto
de nuevas técnicas de gestión empresarial.
Las empresas realizan innovaciones que privilegian la utilización de tecnología
existente. El desarrollo y las modificaciones de productos y procesos
productivos se basan muchas veces, más que en invenciones técnicamente
sofisticadas, en un atento examen de las necesidades actuales y potenciales de
la empresa.
La mayoría de las nuevas técnicas de producción introducidas en Italia han sido
impulsadas por unidades de tamaño reducido altamente especializadas. En cuanto
al ramo de servicios, es notable el crecimiento observado en los sectores más
avanzados: servicios financieros y comunicación.
Una de las claves del éxito italiano es la creatividad de su economía: la
imaginación, la innovación y el diseño abarcan muchos sectores de la industria
italiana. La estructura económica de la Italia contemporánea es el resultado de
una dinámica social centrada en el núcleo familiar, así como en la
concentración geográfica de la industria.
Este modelo de agregación empresarial se caracteriza por grupos de Pequeñas y
Medianas Empresas (Pymes) interdependientes que operan en un área geográfica
reducida. La peculiaridad de esta integración es la ausencia de una
"cabeza directiva", cuyo sistema funciona al estilo de los antiguos
"laboratorios" del Renacimiento, compartiendo valores, cultura e
historia.
Italia no ha escapado de las turbulencias económicas mundiales y ha visto
afectada la calificación de las notas de sus deudas soberanas, debido a su alta
deuda pública, políticas fiscales laxas, necesidad de financiamiento y freno a
su crecimiento económico. Todo esto ha repercutido sobre el mercado laboral y el
país ha tenido que aplicar cargas tributarias adicionales incluidas en los dos
programas de austeridad aprobados por el Gobierno en los últimos meses, para
ahorrar en total unos 100.000 millones de euros.
El Gobierno hizo fuertes correcciones en sus previsiones con respecto a su
crecimiento económico para lo que resta de este año, considerando una
desaceleración del consumo de las familias debido a la tasa de desempleo
superior a 8%. Actualmente la deuda pública de Italia es de unos 1,8 billones
de euros y representa 120% de su PIB. Sus necesidades financieras son tan altas
que rebasan los recursos disponibles del Fondo de Estabilización Financiera
Europea, lo que pone en duda que países como el Reino Unido, Holanda, Alemania
y Francia por si solos sean capaces de contener la crisis financiera italiana.
Las economías emergentes y el Fondo Monetario Internacional, según sean tomados
en cuenta, jugarán un rol preponderante en la recuperación de Italia.
Factores para entender la crisis en Italia
·
Italia se salvó
inicialmente de la crisis bancaria mundial.
Primera clave, Italia
sorteó inicialmente la crisis del 07.La crisis del 07 se solventó
en Italia con algunas ayudas públicas, pero el problema no fue como en España
la falta de crédito, si no de falta de actividad financiera que paralizó el
sistema bancario italiano. No habiendo
crisis crediticia, ni social ni económicamente hablando el problema no salía de
los límites que el sector publico podía controlar.
·
El sistema bancario se
apoyaba en pymes solventes hasta….
Segunda clave, las pymes. Pero a partir del 2013 las pequeñas
empresas, con un tejido muy parecido al español de pymes, empezaron a tener problemas reales de devolución de
créditos y a convertirse en
insolventes con lo que arrastraron a los
cuatro pequeños bancos que entraron en crisis en 2015 hacia las
insolvencias.
·
El dinero público,
dejó de ser la clave del mantenimiento del sistema
La tercera clave,
es la fórmula seguida para refinanciar el sistema bancario. Y como paliaron
los Bancos las insolvencias. Emitiendo obligaciones, es decir , pidiendo dinero prestado a la gente con
buenos intereses a cobrar a medio plazo y el 12% del dinero obtenido por
esta vía, lo acapararon pequeños
ahorradores, familias que han invertido sus ahorros en esos bancos con
la esperanza de obtener buenos réditos bancarios.
Y esta es otra de las claves de
la crisis bancaria que se está produciendo. Los Bancos en crisis se van a llevar puestos a los pequeños inversores
familiares con la importante crisis social que va a producirse por esta
razón.
·
El clientelismo político,
viejo conocido nuestro
Y la cuarta clave, es un
sistema financiero basado en el clientelismo político. En España lo hemos vivido y sabemos que debido a ello las Cajas de Ahorro han hecho tambalear el
sistema bancario.
Solo tenemos que recordar las grandes infraestructuras públicas que han sido financiadas
con fondos de dichas cajas, la CAM en levante, CCM en Castilla la
Mancha, Caja Madrid….
Todo un elenco de entidades regionales que eran dinero
inmediato de los políticos en el poder en cada momento para las aventuras
que creían válidas para sus fines.
Pues ese ha sido el gran problema de Monte dei Paschi, primero gestionado por el
Partido Comunista Italiano y después por el Partido Democrático. Política Local y Banca eran una simbiosis que
aquí ya conocemos sus resultados.
Cuando
Europa no ha terminado de asimilar el shock
de la salida británica de la Unión Europea, la crisis bancaria italiana arroja
petróleo al fuego y potencia la posibilidad de un Armagedón político,
financiero y económico en el Viejo Continente. Si el sistema de medios de pago
de la República trasalpina, la tercera mayor economía de la UE y la octava del
mundo colapsa, el proyecto europeo recibiría un golpe letal. La crisis de deuda
desencadenada en Europa a raíz de la insolvencia griega, un país con un PIB
siete veces inferior al de Italia, puso en cuestión la viabilidad de la unión
monetaria. La de la banca trasalpina, en una economía estancada y con una ratio
deuda/PIB del 140% tendría consecuencias devastadoras. Certificaría el fracaso
del marco institucional europeo, incapaz de hacer frente a situaciones
críticas. Lo que daría nuevos y sólidos argumentos a los movimientos anti
europeístas.
La
trágica situación de la banca italiana no es una novedad. Los gobiernos de ese
país, su banco central y sus organismos supervisores han desoído las continuas
llamadas de atención de la UE para adoptar las medidas correctivas
imprescindibles para sanear y reestructurar sus instituciones crediticias. Se
ha tolerado que éstas acumulen 360.000 millones de euros de créditos
incobrables, un tercio del total de la UE, y no se ha hecho nada para reformar
un modelo bancario muy fragmentado e ineficiente. Italia tiene más de 600
bancos con una red de 52 oficinas por cada 100.000 habitantes frente a las 14
de Alemania o las 35 de Estados Unidos. La banca italiana es la menos rentable
de Europa occidental y su rentabilidad tenderá a caer en un escenario de
estancamiento económico y de bajos tipos de interés.
Desde
2008 a 2014, los gabinetes italianos no aprovecharon las posibilidades abiertas
por la UE para solicitar recursos para sanear sus bancos. Con las nuevas reglas
europeas para resolver los problemas bancarios, que establecen fuertes
restricciones a la asistencia estatal a los bancos con dificultades y limitan
las ayudas comunitarias que tienen ese objetivo a situaciones excepcionales,
Italia está en un callejón sin salida. En este contexto hay dos opciones posibles:
que Renzi incumpla la normativa europea, y que la UE vulnere las reglas
establecidas para abordar la recapitalización de los bancos continentales, en
este caso de los italianos. Cualquiera de esas fórmulas deterioraría la
debilitada credibilidad de la gobernanza europea.
En
el supuesto de que Renzi decidiese desafiar a la UE e intentase recapitalizar
la banca con fondos estatales se encontraría ante un obstáculo insalvable. ¿De
dónde va a sacar los 40.000 millones que dice necesitar para lograr esa meta?
Italia tiene una deuda pública del 140% del PIB, la prima de riesgo de los
bonos italianos se ha ampliado después del Brexit y de la erosión de la confianza de los
inversores en la solvencia de su banca tras el desplome del Monte dei Paschi,
el tercer banco italiano por volumen de crédito. Con una economía que presenta
un encefalograma plano y sin expectativas de repuntar, nadie prestará dinero al
Estado italiano para reflotar las instituciones crediticias.
Junto
a las dificultades italianas que imposibilitan la captación de recursos para
financiar el saneamiento de sus entidades financieras existen también las
políticas. En octubre, el gabinete trasalpino celebrará un referéndum para
reformar la constitución -los poderes del Senado y de la Cámara de Diputados-y
dotar de mayor estabilidad a los gobiernos. En caso de rechazarse esa
propuesta, Renzi ha anunciado su dimisión. A día de hoy, los resultados son
imprevisibles, pero existe una creciente oposición al cambio constitucional,
liberada por el Movimiento 5 Estrellas, una formación populista que acaba de
ganar las alcaldías de Roma y Turín y con una marcada orientación anti UE. Esto
significa que la salida del actual primer ministro daría paso a un escenario de
alta inestabilidad y con toda seguridad a una masiva fuga de capitales, a una
escalada de la prima de riesgo y a una recesión.
Si la UE niega su socorro a la banca
italiana, el creciente euroescepticismo de la opinión pública de ese país se
agudizaría y es muy probable un triunfo de los populistas de izquierdas o su
configuración como una fuerza decisiva para formar Gobierno. Si a esta
hipótesis se une la clara posición euroescéptica de la derecha de Berlusconi y
de otras formaciones, como la Liga Norte, puede constituirse un consenso
bastante amplio a favor de convocar un referéndum para decidir la continuidad
de Italia en la UE o, al menos, en el euro. Sólo la probabilidad de que este
hecho se produzca o pueda producirse tendría consecuencias desastrosas. Italia
no sólo es una de las grandes economías de la UE sino un miembro fundador de
esta organización.
En el supuesto de que la UE acuda en
socorro de Italia, lo que supone inyectar dinero para recapitalizar sus bancos,
implicaría modificar las normas que se aprobaron en 2014 con la finalidad de
limitar el riesgo de que los contribuyentes europeos, en especial los del
norte, soporten el coste de los rescates bancarios y que el grueso de éste
recaiga sobre los accionistas y los bonistas. La violación de esos criterios
alimentaría el discurso y el atractivo de las fuerzas populistas en los estados
ricos de la UE cuya tendencia al alza es un hecho y que pueden ser decisivos
para constituir coaliciones de Gobierno en muchos Estados del centro-norte
continental. Así pues, la irresponsabilidad italiana, como antes la griega,
agudizan las graves tensiones existentes entre el norte y el sur de Europa. Una
coyuntura diabólica.
Como la amenaza de contagio del
hundimiento de la banca italiana al sistema bancario europeo y a la economía
del resto de Europa es una probabilidad alta, la UE terminará por ceder e
inyectará capital. La fuerte caída del valor de las acciones de los bancos tras
el Brexit y la
debacle del Monte dei Paschi es un claro aviso de lo que sucedería si no se
actúa. Sin embargo, muestra algo de mayor calado y gravedad. El diseño
institucional europeo para hacer frente a shocks
sistémicos es un fracaso y las reglas establecidas para evitar
comportamientos nacionales irresponsables
no han servido para nada. La unión monetaria puede ser un ancla de estabilidad
entre economías si quienes la integran cumplen sus normas, pero es una fuente
de inestabilidad cuando esto no sucede. La lección desde 2008 es evidente: la
voluntad europea
no puede sustituir a la nacional
y esto constituye una verdadera impugnación de la arquitectura de la UE. Hoy
por hoy no existen intereses europeos comunes capaces de superponerse a los
nacionales.
Ensayo realizado por Kemberling,
Venturini
de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV
para la Cátedra Economía y Política Fiscal
dictada por el Prof. Luis López
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