lunes, 4 de abril de 2016

La Economía de Libre Mercados con Competencia Perfecta

La Economía de Libre Mercados con Competencia Perfecta

En mi artículo pasado, les comentaba en primer término el error que significó y significa aún el Modelo Chavista para la Sociedad Venezolana, pues no pasa de ser una mala improvisación, luego pasé a tratar de dilucidar la gran incógnita de cuál debería ser el Modelo idóneo, ya que la receta Chavista hasta ahora sólo ha servido para causar esta profunda crisis; también les decía que tengo el pleno convencimiento que progresiva y gradualmente debemos insertarnos en el de una “Economía de Libre Mercados con Competencia Perfecta”, el cual explicaré en los párrafos siguientes.

Pero antes, como aún hay resistencia en muchos venezolanos en aceptar que el Modelo Chavista es un fracaso para esta y cualquier sociedad en el que se implante,  creo que siempre hay que dedicar algunas líneas en explicarlo, porque más allá de que es inconstitucional y contrario a la naturaleza humana, ya la rueda de la historia ha girado para indicar que las condiciones que generaron que dicho modelo surgiera y se implantara, no volverán más nunca, pues es un Modelo sostenible únicamente con un valor del precio del petróleo por encima de cien dólares por barril, y ya la cobija no alcanzará para seguir arropando el nivel de gasto público que se requiere para sostener ese absurdo modelo.

Quiero enfatizarlo nuevamente, ¡Compatriotas!, si no se desata una guerra en el mundo, jamás ni nunca el precio del petróleo volverá a superar los cien dólares, por lo cual es imposible pretender seguir auspiciando un modelo como el propuesto por el fallecido Presidente.  Pues bien, hecha esta pequeña digresión quedará hasta acá el asunto petrolero porque ahora es que dicho tema da tela para cortar y nos referiremos a él en algún futuro artículo.

Además hice la aclaratoria que dicho régimen de Libre Mercados con Competencia Perfecta solo sería posible y viable aplicando la Tesis de la “Economía Social de Mercados”, ideas planteadas por Ludwig Erhard, artífice del conocido “Milagro Económico Alemán”. 

Dicha “Economía Social de Mercados” fue definida por Juergen B. Donges como un régimen en el que se respetan la libertad contractual y la autonomía de las organizaciones sociales (concretamente los sindicatos laborales y las federaciones patronales) y en la que el Estado asume el compromiso de corregir, dentro de ciertos límites, los resultados distributivos que genera el mecanismo del mercado.

Los intentos para que pueda darse en nuestro país una economía de libre mercados, han fracasado porque no ha podido evitarse la cartelización, o formación de monopolios empresariales, en ese sentido, para combatirlos, la Revolución Socialista incurrió en un craso error, siendo peor el remedio que la enfermedad, y fue el establecer a través de las expropiaciones, los monopolios más perniciosos que hay para las sociedades, los Monopolios de Estado.

El propio Erhard nos dice al respecto: “Sin exageración ninguna afirmo que una ley de carteles basada en su prohibición debe estimarse como la indispensable ley fundamental de la economía. Si el Estado falla en este terreno, pronto podrá darse por perdido el sistema de ‘economía social de mercado’. Este principio aquí proclamado obliga a no reconocer a ningún ciudadano el derecho a oprimir la libertad individual o a restringirla en nombre de una libertad mal entendida ‘Bienestar para Todos’ y ‘Bienestar para la Competencia’ son postulados inseparables, el primero marca la finalidad;  el segundo, el camino que conduce a ese fin”.

Ahora bien, una vez establecida como premisa la existencia de una “Economía Social de Mercados” -la cual es la manifestación de una Economía que esté al servicio del Hombre en primer lugar, y subsidiariamente de los Mercados como tal-, como fundamento de una “Economía de Libre Mercados con Competencia Perfecta”, nos toca hablar de cuáles son las cinco condiciones para la existencia de la tan citada Competencia Perfecta.

Al respecto, nuestro célebre Domingo Maza Zavala nos decía: en primer lugar, la primera condición se refiere al número y tamaño de las unidades de producción (empresas), y de consumo (compradores), la capacidad productiva de cada una de las empresas que componen la industria debe ser tan reducida que la producción de una firma tomada individualmente constituya una porción insignificante de la producción total del sector industrial.  Igualmente es necesario que las unidades de consumo sean numerosas y pequeñas.

La segunda condición se refiere a que se garantice la inexistencia de impedimentos para la actividad económica en general, condición que presupone que el gobierno no intervendrá en forma alguna que pueda afectar las decisiones en cuanto al volumen de producción, las decisiones del consumidor o el precio del producto.

En tercer lugar, se requiere la completa libertad de movimiento de los factores de producción así como de los artículos producidos, de modo que se produzcan ajustes automáticos en sentido positivo frente a cualquier cambio que ocurra en las condiciones del mercado.

La cuarta condición, es la libertad de entrada y salida de las unidades de producción a los sectores económicos. Y, finalmente, en el puesto número cinco, un mercado de competencia perfecta presupone perfecto conocimiento de las condiciones de mercado, a lo cual yo me permito agregar, la coexistencia de seguridad jurídica.

En Venezuela desde que nació la Democracia en 1958, no han estado dadas las condiciones para que exista, ni el libre mercado, ni la competencia perfecta, incluso en mi artículo anterior les hablé que parte de la culpa de nuestro estado actual de crisis son los 17 años de Socialismo Psuvista, a los cuales hay que sumar los 40 años de Socialismo Adeco y Copeyano, tanto así que las libertades económicas previstas en la Constitución de 1961 fueron restringidas por decreto.

El subdesarrollo venezolano es económico porque lo ha generado el subdesarrollo político que pulula en las mentes de nuestros dirigentes, que permiten y son cómplices en la generación de monopolios económicos a los cuales no les conviene un régimen de competencia, lo que hace que la condición más importante para lograr el éxito empresarial sea tener un amigo burócrata al cual darle un incentivo, en lugar de ser eficiente en la administración de recursos, problemática surgida muchas veces como contraprestación al financiamiento de campañas electorales, lo que confirma uno de nuestros peores problemas como cultura, el fatídico clientelismo partidista.


Estando conscientes de esto, hay que comenzar el proceso de cambio, para inmunizarnos de ese cáncer que liquida a las sociedades, el Socialismo, con unas estrategias que permitan el cambio progresivo, sostenido y continuado de un régimen a otro.  ¿Difícil?, sí; ¿imposible?, NO; y hay ejemplos por todas partes del mundo, Alemania, Japón, Corea del Sur y China, por citar unos pocos casos, dan cuenta que cuando se deja atrás el absurdo modelo de las economías centralmente planificadas y se entra en la vía sensata de la libertad económica, es cuando se logra un elevado Estado de Bienestar en su población con un alto grado de “Suprema Felicidad”

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