sábado, 1 de agosto de 2015

Una Solución al Problema de las Divisas



Antes de seguir con la publicación del resto de las partes de mi artículo “Un Proyecto y un Nuevo Pacto”, quiero hacer este inciso para que se puedan manejar mejor los conceptos que podrán leer en lo referente al plano económico, ya que sólo ese aspecto podrá mejorarse si se adoptan unas adecuadas estrategias que permitan darle una solución al problema de las divisas.
El problema de la escasez de divisas radica en que no se ha entendido que cualquier moneda es igual a una mercancía, y como tal está sometida a los efectos de la Ley de la Oferta y la Demanda.  Es decir, si una mercancía es escasa su precio sube, y si hay exceso, automáticamente su precio baja.  Tenemos exceso de circulante en moneda nacional, por ello su precio es bajo, y hay escasez de moneda extranjera, por lo que su precio es alto, lo que demuestra los efectos de Ley de la Oferta y la Demanda hasta en este rubro.
Las divisas en Venezuela escasean porque el Estado tiene su monopolio, lo que genera que no haya libre competencia y por ende, los que quieran venderlas deben hacerlo en forma ilegal, encareciendo por tanto su precio.  La historia fuera distinta si hubiese condiciones de libre comercio y competencia perfecta en el rubro de comercialización de divisas, y éstas se pudiesen cotizar según la disponibilidad en el mercado.
Por otra parte, como toda actividad manejada por un ente gubernamental en forma monopólica, en donde surge automáticamente la corrupción, se nos genera el problema del desvío de las divisas a destinos muy distintos que la importación de mercancías, yéndose a parar a las cuentas bancarias de quienes se aprovechan de su condición de relacionados con los organismos que deberían administrarlas, y que no lo hacen con sentido de honestidad.
Aunado a lo anterior, en nuestro país se mantiene constante la impresión de dinero inorgánico, es decir, dinero sin respaldo en las Reservas Internacionales y/o la Producción Nacional, estrategia  que han utilizado desde hace décadas los Gobiernos para satisfacer el enorme Gasto Público, generado por la gran cantidad de organismos y empresas públicas, otorgamiento de créditos adicionales para compensar las pérdidas que generan las empresas estatales, corrupción, misiones, incrementos significativos de las nóminas de trabajadores, entre otros.
Lo lógico para saber cuál es el tipo de cambio real que debería tener un país, es dividir la cantidad de dinero circulante y depósitos en cuentas en moneda local, entre las Reservas Internacionales, el resultado obtenido es lo que se conoce como “cambio implícito”, en Venezuela es fácilmente comprobable, que las tasas de cambio oficial preferenciales para ciertos rubros (Cencoex y Sitcad) están muy por debajo de la implícita (Bs. circulantes  entre reservas), ya que el cambio artificialmente está sobrevaluado por el Gobierno.  Por el contrario, el cambio que se da por las subastas (Simadi), y en el mercado negro (la cual siempre será más alta que el resto porque su carácter es ilegal), tiene un diferencial tan enorme, que desencadena en que ostentemos uno de los poderes adquisitivos más bajos del mundo y, por ende, casi la mitad de la población esté en condición de pobreza.
Ahora bien, la solución al problema de la falta de divisas es difícil pero no imposible, si aplicamos la Ley de la Oferta y la Demanda, y cuatro medidas que explicaré a continuación en una primera etapa, las cuales deben aplicarse en forma simultánea porque de lo contrario no tendrían el efecto esperado, más una segunda etapa de recuperación de dos variables económicas bien importantes.
En la primera etapa, el primer paso es reducir el Gasto Público (ver artículo anterior “La Necesaria Reconducción del Gasto Público en http://goo.gl/Qwe5Ll) transfiriendo personal del Sector Público al Privado para que el Gobierno no siga requiriendo imprimir bolívares sin respaldo para satisfacer esos gastos, reformular la Gran Misión Vivienda Venezuela y aplicar un mejor criterio de administración en dos funciones estadales importantísimas, la Salud y la Educación.
Como segundo paso, debe quitársele el carácter de ilegal a la venta de divisas por particulares (ya que solo se permite hacerlo en el sistema Simadi), para que de este modo puedan existir más divisas a la disposición de quien las necesite, provistas no solamente por el Estado, sino por cualquier poseedor que ya no las quiera.
La tercera medida, y la más importante, ya que ante la anterior circunstancia, se desaparecerían todos los dólares como por arte de magia, es revaluar la moneda, ya que así nadie seguiría gastando sus bolívares en la compra de dólares, cuando sabrá que al día siguiente esos dólares valdrán menos y sus bolívares  serán más valiosos, sólo las personas naturales y empresas comprarán divisas extranjeras cuando necesiten viajar o comprar algo en el exterior, y harán esas compras para producir y vender localmente, puesto que será más atractivo obtener bolívares.  Ya no seguiría siendo favorable cambiar bolívares por divisas con fines de ahorro, ni con la intención especulativa de comprar dólares a un precio y venderlo a otro más alto al poco tiempo.
Finalmente, es necesario que progresivamente se vaya desmontando el Control de Cambio, pero sin olvidar la realidad innegable del efecto negativo que ha tenido sobre nosotros la Fuga de Capitales que ya tiene décadas afectándonos, por lo que es necesario que el Gobierno siga teniendo el control de una parte de las divisas que provienen de las exportaciones de petróleo, para que solamente sean invertidas en productos destinados al desarrollo nacional, mientras se va recuperando poco a poco la confianza en un Gobierno que actúe con más sensatez que el actual, y se puedan materializar las inversiones necesarias para que se reactive el aparato productivo nacional.  En el momento en que se verifique una evolución positiva de la producción nacional, haya la suficiente confianza y no corramos el riesgo que siga produciéndose la Fuga de Capitales, es cuando podría desmontarse por completo el pernicioso Control de Cambio.
Una posible estrategia sería que de las divisas provenientes de la renta petrolera, el Gobierno se quede administrando un 60% para cumplir con el Gasto Público efectivamente necesario, y el 40% restante, PDVSA se lo transfiera al BCV como es lo tradicional, y este a su vez, lo haga a la Banca Privada, para que esté a disposición de cualquiera que cuando las necesite pueda tener acceso a ellas sin tantos trámites burocráticos y tendientes a actos de corrupción, como ha sucedido con las liquidaciones de divisas de Cadivi y Cencoex.
De ese 40% del cual se desprendería el Gobierno, un 75% debería otorgarse a través de mecanismos similares a los que se han venido implementando, para la adquisición de Bienes Esenciales (alimentos, medicinas, insumos médicos, material educativo, remesas para estudiantes, vehículos de transporte y carga, maquinarias industriales, línea blanca)  y el otro 25% para Bienes No Esenciales (ropa, calzado, celulares, línea marrón, vehículos particulares, etc).
Las divisas, vengan del BCV, PDVSA, empresas o personas naturales, necesariamente deben costar lo mismo;  la diferencia es que si alguien requiere poca cantidad lo adquirirá a quien lo tenga a disposición, haciendo las transacciones directamente entre los interesados evitando la burocracia, pero si necesita hacer una gran inversión entonces recurriría  a la Banca Privada, que previamente habría recibido ese 40% del total de divisas ingresadas por el BCV vía PDVSA.
El otro 60%, el Gobierno puede irlo administrando con la finalidad de recuperar el nivel óptimo de Reservas Internacionales necesario para garantizar las importaciones de lo que efectivamente no estemos en capacidad de producir, o que a través de diversos mecanismos de cogestión con los particulares, se aboque al Desarrollo Nacional, mejorar la educación, la salud, la investigación científica, la dotación de universidades, etc.  Ya está más que demostrado que el Estado ha fracasado como empresario, industrial, comerciante de alimentos, constructor, entre otras actividades, porque una inmensa cantidad de recursos se desvía hacia la corrupción, entiéndase con esto empresas de maletín, comisiones para funcionarios, sobreprecios para particulares, y más.  La única manera de combatir la corrupción aquí y en cualquier otro país del mundo, es reduciendo el ámbito de acción del Gobierno, aplicando un fuerte control sobre las actividades que obligatoriamente éste debe ejercer, y garantizando una verdadera y no aparente separación y autonomía de poderes públicos.
Volviendo a la tercera medida, y más importante que consiste en revaluar el Bolívar, se haría a través de microvaluaciones publicadas en Gaceta Oficial desde el mismo momento de implementación del plan, comenzando con la tasa de cambio implícita (Masa Monetaria entre Reservas Internacionales) a razón de cinco céntimos diarios, (Bs. 0,05).  Por ejemplo, si comenzáramos con una tasa de cambio oficial en la que actualmente está el cambio implícito, de Bs.  145 por USD, al día siguiente estaría en 144.95;  luego en 144.90 y así sucesivamente.  De esta forma, en un año el cambio estaría en 126;  en dos en 108;  al tercer año en 90;  el cuarto año en 72;  el quinto año en 54; cumplido el sexto año estaría en 36;  para el año número siete estaría en 18 y en el año octavo ya la paridad bolívar y dólar estaría igual, equilibrando un poco el desajuste económico hecho en revolución.
Claro está, una tasa de cambio oficial que comience en bs.  145 por dólar haría imposible adquirir los bienes y servicios que actualmente están en la tasa ficticia de Bs.  6,30 por cada US$, pero es que las cuatro medidas detalladas anteriormente, sólo corresponden a la primera etapa de un plan económico más sensato para sacar a Venezuela de la crisis tan acentuada que económicamente padece.
Esa primera etapa, es considerando solo la variable que el cambio implícito ha de igualarse a  la tasa de cambio oficial, dejando el resto de los factores en condiciones, como dicen los economistas: “ceteris paribus”, es decir, permaneciendo el resto constante, sin que hagamos nada por el valor que puedan alcanzar tanto las Reservas Internacionales, como la Masa Monetaria y la Producción Nacional.  Si conseguimos cambiar el nivel en el que ambas variables se encuentran actualmente, la tasa de cambio inicial podría ser muchísimo más favorable que la de Bs.  145 por US$.
En esa segunda etapa que les decía anteriormente, la gestión de gobierno ha de orientarse en incrementar las Reservas Internacionales y disminuir la Masa Monetaria, para que podamos iniciar el plan con unas cifras más favorables, a lo cual se uniría el proceso de revaluación de cinco céntimos diarios.  Por poner un ejemplo sencillo, para que los lectores que no tengan nociones de economía puedan comprender mejor, digamos que la masa monetaria son bs.  1.000 y las Reservas $100, la tasa de cambio resultante sería de Bs.  10 x cada dólar (1000/100=10).  Ahora supongamos que las reservas se pudiesen incrementar en bs.  110, la tasa de cambio se calcularía en 1000 / 110 = 9,09.  Y si ahora más bien, consideramos disminuir la masa monetaria en, por ejemplo 900, dejando igual las reservas internacionales nos resultaría: 900 / 100 = 9.  Pero si trabajamos en los dos sentidos, aumentar las Reservas y Disminuir la masa monetaria, podríamos obtener 900 / 110 =  8,18.  Como vemos es algo posible tener una tasa de cambio más favorable si simultáneamente trabajamos en los dos sentidos.
Pareciera sencillo, pero ahora cómo podemos hacer realidad esas dos acciones, subir las Reservas Internacionales y/o Disminuir la Masa Monetaria.  Para la segunda acción podría implementarse un proceso en donde el BCV emita certificados de deuda nacional, para que los ciudadanos, y especialmente los bancos inviertan la gran cantidad de bolívares que poseen en esos bonos de deuda y se recoja de la calle la enorme masa monetaria, complementado con una medida de aumento del porcentaje de encaje legal para que los bancos estén obligados a tener un poco más de dinero depositado en el BCV.
En cuanto al incremento de las Reservas Internacionales, la solución podría generar cierta incomodidad en algún sector manipulado de la población, pero por el posible resultado a obtener, la medida bien valdría la pena.  Corresponde a poner en venta la gran cantidad de empresas públicas que aparte de ineficientes solo producen pérdidas, para ello debe estudiarse las que tengan más de tres (3) años generando dichas pérdidas y salir de ellas, sólo conservando las que se dediquen a la explotación de hidrocarburos, minas, energía eléctrica y comunicaciones por su carácter estratégico.  En venta pueden ponerse la gran cantidad de empresas en manos del Estado, como televisoras, bancos, cementeras, siderúrgicas, así como una gran cantidad de equipos militares innecesarios, avionetas de pdvsa, vehículos oficiales blindados, motos de alta cilindrada para escoltas de altos funcionarios, etc.
Como les decía en mi artículo “El Estado Venezolano socio universal de cada empresa, ¿para qué expropiar?”:  …qué sentido tiene expropiar empresas que en la mayoría de las ocasiones terminan siendo ineficientes y generando pérdidas, sostenidas a veces por el otorgamiento de créditos adicionales del presupuesto público, cuando es preferible que estén en manos de particulares, y por ende, mejor administradas y con una buena gerencia que garantice la obtención de ganancias, y de las cuales obligatoriamente el Estado, gracias a la Ley de Impuesto sobre la Renta, indefectiblemente tendrá participación… (ver  http://goo.gl/WhbGiJ).
Por otro lado, sin lugar a dudas las Reservas Internacionales se verían favorecidas con un aumento de la “Inversión”, lo cual incrementaría el “PIB”, en consecuencia el “Consumo” interno quedaría satisfecho, y el excedente de mercancías podría destinarse a la “exportación”, permitiendo la entrada de divisas por otra vía distinta al petróleo para tener capacidad para una “importación” complementaria a lo que no se produzca en el país y el excedente pase a incrementar a las “Reservas Internacionales”.  Esa es la única forma como se podrían equilibrar los agregados macroeconómicos de nuestro país, aumentando la “Inversión”, para que en consecuencia, se incrementen las Reservas Internacionales.
Ahora bien, para que podamos gozar de un incremento en la Inversión deben satisfacerse 5 condiciones necesarias en cualquier economía del mundo: respeto a la propiedad privada, seguridad jurídica, libre mercado, un gobierno con límites y una moneda sólida;  de las cuales ya les he hablado en artículos anteriores.
Con un Gobierno que garantice las anteriores cinco condiciones nuestro país sería un sueño para los inversionistas, ya que tiene un clima que permite trabajar todo el año, es la segunda mano de obra más barata del continente después de Cuba, tiene salida al mar de miles de kilómetros, prácticamente tenemos acceso a ambos océanos,  no hay conflictos bélicos internos ni aledaños, la relación con los países vecinos es relativamente armónica y la población no padece de conflictos tan arraigados como los que se dan por razones étnicas, religiosas o raciales.  Sólo hay que concentrar los esfuerzos en controlar la corrupción y la delincuencia, abatir la inflación, mejorar la educación de los ciudadanos, fomentar una cultura basada en valores, trabajar en un ordenamiento jurídico interno que beneficie al honesto y trabajador,  y acabar la división de la población que tenemos por razones políticas, la cual considero temporal, pues apenas cambie el gobierno manipulador que tenemos, los venezolanos seguirán enfrentados solamente por su afición a un equipo de beisbol
En resumen, estas líneas se pueden sintetizar en:
  1. Reducción del Gasto Público.
  2. Legalización del cambio de divisas entre particulares.
  3. Microrevaluación monetaria, progresiva, sostenida y constante.
  4. Desmontaje del monopolio absoluto del control de cambio por parte del Gobierno, poniendo a disposición del público una parte de las divisas, y conservando provisionalmente otra parte para evitar la fuga de capitales.
  5. Disminución de la Masa Monetaria.
  6. Aumento de las Reservas Internacionales.
  7. Promoción Gubernamental para lograr un aumento en la Inversión, la Producción Nacional y poder respaldar el valor de nuestra moneda con exportaciones.
En conclusión, solamente hay que cumplir con el artículo 318 de la Constitución que obliga al BCV a lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria, pero para ello no puede seguirse emitiendo bolívares sin el debido respaldo en Reservas Internacionales, y debe en forma definitiva dejar de imprimirse dinero inorgánico para financiar el Gasto Público (o Inversión Social como ahora se conoce), por lo cual es imprescindible revertir los perniciosos efectos de la modificación realizada a la Ley del BCV que le quitó la autonomía necesaria para funcionar adecuadamente.
Es simplemente cuestión de voluntad política, empezar a hacer las cosas con lógica y sentido común, pensar en el bienestar de todos los venezolanos por igual y en el desarrollo nacional como objetivo principal de la Gestión de Gobierno que cualquiera pretenda ejercer en este maravilloso y tan vilipendiado país por tantos injustos abusos cometidos por sus gobernantes.

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