viernes, 31 de julio de 2015

¿Dólarizar? ¿Será lo Mejor?



Desde hace tiempo varios economistas están planteando la opción de implementar la moneda Norteamericana como la moneda de curso legal en nuestro país o de paridad igualitaria, a través procesos similares como los efectuados en Ecuador, Panamá, Zimbabwe, El Salvador, Argentina y Brasil, esgrimiendo diversos argumentos que parecieran válidos en una gran cantidad de foros y actos públicos, a los cuales quiero exponer mis puntos de vista porque no todo es tan sencillo como parece.
Quiero empezar por considerar el tema petrolero, que aunque incluir en este asunto dicho tema  pareciera estar fuera de contexto, no lo es si consideramos que casi el 97% de nuestras exportaciones son de este rubro, y al depender tanto nuestra economía de ello, la decisión de dolarizar el país debe pasar por considerar todas las implicaciones que el mercado energético conlleva.
El primer argumento para adoptar el dólar como la moneda oficial, es que nuestra economía depende casi en su totalidad del comercio que hacemos con los Estados Unidos, ya que es nuestro principal socio comercial al ser el destino de la mayoría de los cargamentos de barriles de petróleo que extraemos.  Dicho argumento es bastante válido, porque eso seguirá siendo así por muchos años, recordemos que el petróleo que actualmente estamos extrayendo es el proveniente de la Faja Petrolífera del Orinoco y solo nuestras refinerías de Citgo en Estados Unidos son las que tienen la capacidad tecnológica para realizar dichos procesos, ya que los proyectos para construir refinerías similares en China e India, no se culminaron. Nuestra cuota tributaria según lo convenido en la Opep es de 3.000.000 de barriles diarios de petróleo y no podemos cumplir con la misma ya que apenas estamos extrayendo 2.373.000 barriles, de los cuales 90.000 van a Cuba, a China 323.000, y al Fondo Chino 477.000 para cancelarle las cantidades de dinero que nos otorgaron por adelantado, quedando el resto disponible para vendérselo a nuestro principal cliente, los Estados Unidos, y que nos paga precisamente en dólares.
La idea anterior pareciera válida, el problema es que no considero estratégico depender de una economía tan enormemente deficitaria como la Estadounidense, la cual igual que nosotros gasta mucho más de lo que recibe, y eso se puede evidenciar en la depreciación que ha sufrido el dólar si lo comparamos con otras monedas como el Euro, el Franco Suizo, el Dólar Canadiense, el Yuan Chino, el Peso Chileno, entre otros.  La mejor decisión no es simplemente cambiarse a cualquier moneda porque sí, así sea el dólar, lo importante es la cantidad de bienes que se puedan intercambiar con la moneda en cuestión, y si comparamos el poder adquisitivo del dólar, vemos que ahora son menos las cosas que se pueden comprar con él, ya que una moneda es simplemente un medio para hacer más fácil el intercambio de bienes y servicios, es decir, debemos considerarla como una mercancía más, para intercambio pero mercancía al final, y como tal, está sometido a las leyes de la oferta y la demanda, a lo cual me referiré un poco más adelante.
Por otro lado, tradicionalmente éramos el tercer vendedor de petróleo de los Estados Unidos y hoy en día fuimos desplazados al cuarto puesto, los principales vendedores son Canadá, México y Arabia Saudita, estando los dos primeros compartiendo frontera, están en evidente ventaja con respecto a nosotros que estamos un poco más lejos, y siguiendo las relaciones igual de tensas, podremos en algún otro momento ser desplazados a un inferior puesto si otros países toman nuestro puesto en ese mercado.  Adicionalmente, Estados Unidos ha establecido como meta la independencia energética, y el desarrollo de pozos vía técnica fracking, lo ha convertido en el mayor productor de petróleo, superando a Rusia y Arabia Saudita, por ello es que nuestro mercado natural está en condiciones de inestabilidad, y aunque parezca paradójico, los precios bajos del barril nos benefician, porque esto permitiría que Norteamérica siga dependiendo del mercado externo y no del interno, ya que la mencionada técnica tiene un costo de producción elevado, y no tendría sentido para ellos extraer petróleo internamente si le va a resultar menos beneficioso que comprarlo a los miembros de la Opep u otros productores no asociados a ella.
Adicionalmente, pese a los reiterados consejos de diversos economistas de materializar la unificación cambiaria, aún seguimos con 3 tasas de cambio vigentes aceptadas por el gobierno con unas diferencias abismales entre ellas, lo cual hace bastante complicado definir cuál sería el punto de partida para decir a que tasa de cambio el banco central le daría los dólares a cada venezolano, que acudiría a esas taquillas a cambiar sus bolívares.
Las reservas internacionales están en menos de 18.000 millones de dólares, de los cuales la mayoría son de oro, bonos quirografarios y otros elementos no líquidos.  Por otro lado, el Gobierno en el flujo estimado de caja, considerando el barril de petróleo en $50, estima unas importaciones por el orden de 26.400 millones de US$ para el 2015, lo que da un monto mensual de 2.200 millones de US$.  Dicha cifra nos indica que la parte líquida de las Reservas Internacionales, apenas alcanzaría para un mes de importaciones. La opción de dolarizar la economía sería viable si tuviéramos una mayor producción nacional, que no nos haga tan dependiente de las importaciones o que tuviéramos una mayor cantidad de reservas internacionales para satisfacer tan alto consumo de bienes importados, ya que 80% de lo que consumimos viene del exterior.
Si se establece un sistema de libre cambio, de inmediato se terminaría de materializar un severo problema que padecemos desde hace décadas, la fuga de capitales, la cual se estima que entre el 2008 y el 2014 ronda los 140.000 millones de US$.  Muchas empresas e industrias extranjeras no se han terminado de ir de Venezuela, porque existe un control de cambio que evita que se lleven sus inversiones en una moneda que efectivamente les sirva para hacer negocios en otra parte, y que tenga un ambiente menos hostil que el nuestro.  A la fuga de capitales de las empresas extranjeras, también se sumaría la de las nacionales, las cuales después de padecer sostenidamente por tantos años los embates de unas medidas estatales tan gravosas, terminarían migrando a otros países con mejores condiciones, empeorando aún más la situación, ya que se desaprovecharía la condición de los capitalistas de nuestro país, que gracias al arraigo que puedan tener con el territorio, no estarían interesados en repatriar sus ganancias  a otros destinos.  El control de cambio que actualmente está impuesto debe desmontarse, pero no de forma inmediata, de una manera progresiva como se los detallaré en otro artículo, primero hay que empezar por recuperar la confianza para que lleguen inversiones nuevas, y las pocas que aún quedan en el país, no se terminen de ir.
Otro argumento que comúnmente se esgrime, es que al tener una moneda dura como el dólar en sus manos, cualquier persona puede comprar los productos que necesita a precios internacionales, olvidándose por completo de los efectos de la Ley de la Oferta y la Demanda, la cual nos dice que si hay más oferta de productos que lo que se consume, los vendedores entrarían en una guerra de bajas de precios para que sea al que venda a más bajo precio a quién acudirían los compradores a adquirir los productos;  en cambio, si hay menos mercancías para la venta que las que necesitan los compradores, estos estarían dispuestos a pagar cualquier precio por ellas.  La situación de Venezuela, es que el consumo es mucho más elevado que la cantidad de productos que se consiguen en la calle, es por eso la razón por la que la gente compra la comida a los buhoneros sin importar el precio que tengan.  Si hubiera más alimentos que la que se necesita, tanto los buhoneros como las bodegas estarían llenas de productos, y los consumidores simplemente acudirían al sitio más barato, acabándose los especuladores.  Dolarizar la economía no va a resolver el problema de producción de alimentos, medicinas y demás productos, ya que con un aparato industrial tan devastado como está actualmente, siempre va a haber menos productos, pocos oferentes, y muchos compradores, los cuales seguirán pagando cualquier precio por las mercancías y los vendedores aprovechándose de tal situación.  El problema se resuelve evitando la existencia de monopolios, incluyendo los de los productos que en forma exclusiva vende el gobierno, y permitir la apertura de inversiones en todo tipo de industrias y comercios en el país, para que la producción u oferta sobrepase el consumo, y por una tendencia natural de los mercados, los precios bajen.
La condición anterior solamente se podrá materializar si se disminuye el riesgo país, para que nuestro suelo sea atractivo para los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, y para ello es imprescindible cumplir con 5 condiciones: respetar la propiedad privada, ofrecer seguridad jurídica, permitir un libre mercado, ponerle límites al gobierno y garantizar la solidez de la moneda.  Estas ideas no tienen nada que ver con una tesis absoluta de “dejar hacer, dejar pasar” y que la “mano invisible de los mercados” equilibre las injusticias, el Gobierno debe ser interventor pero solamente con facultades de fiscalización y fomento y adoptar la tesis “Tanto Mercado como sea Posible y tanto Estado como sea Necesario”.
De llegarse a cumplir con las 5 condiciones detalladas en el párrafo anterior, pudiese aumentarse la “inversión”, lo cual incrementaría el “PIB”, en consecuencia el “Consumo” interno quedaría satisfecho, y el excedente de mercancías podría destinarse a la “exportación”, permitiendo la entrada de divisas por otra vía distinta al petróleo para tener capacidad para una “importación” complementaria a lo que no se produzca en el país.  Esa es la única forma como se podrían equilibrar los agregados macroeconómicos de nuestro país, aumentando la “Inversión”.   Sólo la multiplicación en la inversión podría consolidar la única revolución adecuada para nuestro país, una “revolución industrial”, que permitiría el pleno empleo, la satisfacción de las necesidades del pueblo, y en consecuencia la “mayor suma de felicidad posible”, tal y como les decía en mi artículo “El Abc para una industrialización en Venezuela”, en donde señalaba entre otras condiciones para conseguir este objetivo, que deben confluir principalmente tres, “inversiones de capital”, una “mano de obra calificada” y un “mercado”.
Los 5 elementos no se dan como se quiere hacer ver, por guerra económica o intervención extranjera, sólo dependen de una buena gestión gubernamental, ya que no hay “respeto a la propiedad privada” cuando ha habido más de 1000 expropiaciones a empresas en todo tipo de sectores de la economía, hay una ley de precios justos que permite que sigan habiéndolo y ante cualquier invasión el estado no garantiza el derecho de propiedad.  Adolecemos de “seguridad jurídica” cuando las causas en los tribunales no se ventilan en los tiempos adecuados, los jueces no tienen estabilidad para decidir conforme a derecho sin el temor de perder su trabajo y no se respeta el principio de legalidad, el estado de derecho ni el debido proceso.  No existe “libre mercado” cuando el estado fija los precios máximos por debajo de los costos de producción, no se permite que la ley de la oferta y la demanda logre sus efectos, y hay todo tipo de monopolios incluso los de estado, que son más graves aún, porque el dinero se desvía hacia prácticas corruptas.  Carecemos de una “moneda sólida” cuando constantemente se emite dinero sin respaldo para satisfacer el enorme gasto público, sin importar la sobrevaluación de la misma,  que hace que ogligadamente el tipo de cambio esté muy por debajo del que debería corresponder, y que lo único que ocasiona es precios artificialmente bajos, para que fluya el contrabando de extracción y el bachaqueo. Y, no hay un “Gobierno con límites” cuando no se respeta el Principio de Separación y Autonomía de los Poderes, el ejecutivo legisla y se mete en la administración de justicia, y el resto de los poderes no ejercen control sobre el Ejecutivo, no lo investigan, no le ponen límites, y la corrupción hace fiesta vaciando las arcas nacionales.  Las 5 condiciones imprescindibles para el desarrollo del país, no son producto de la guerra económica de los burgueses ni de la intervención imperial, es el resultado de una pésima gestión de gobierno en el ámbito económico.
Por otro lado, un proceso de dolarización no permitiría aplicar, en una forma más sensata por supuesto, una herramienta tan importante como la Política Monetaria, cuyos peores errores se han cometido acá desde siempre, pero terriblemente acentuada en la última década.  Partamos del principio que el dinero sea nacional o extranjero es una mercancía igual que cualquier otra cosa que podamos comprar, y como tal está sometido a la Ley de la Oferta y la Demanda, como hay escasez de dólares su precio es alto, y como hay exceso de bolívares, su precio es bajo si comparamos ambas monedas.   La política monetaria se refiere a la herramienta de inyectarle dinero a la economía por parte de los gobiernos, para que al haber mucho dinero en la calle, los bancos sean los que entren en esa guerra de oferentes por tratar de conquistar compradores, que en este caso serán los solicitantes de créditos, y el precio que se va a bajar para lograr la conquista, serían las tasas de interés por los créditos; de esta forma, con una política monetaria adecuada los bancos pondrían a disposición de los inversionistas su dinero, para que hayan los suficientes otorgamientos de créditos para que se materialicen las inversiones, la producción, la generación de empleos, y por ende se dinamice la economía.  El problema básicamente redunda, en que las tasas de interés están reguladas por el Gobierno por debajo de la inflación, lo que deprime el mercado financiero, el cual aún se sostiene porque al existir el control de cambio, la gran mayoría de personas se encuentran obligadas a realizar sus transacciones en bolívares, y los bancos son los mayores poseedores de esos bienes de tipo monetario.
Asimismo, dudo mucho que con el nivel de Gasto Público que tenemos actualmente, cualquier gobierno de la tendencia que sea, pueda implementar la adopción de una moneda extranjera, ya que el mismo solo se puede cubrir con la perniciosa medida de imprimir dinero inorgánico (sin respaldo en el PIB, y las reservas internacionales o moneda dura), la solución es simplemente dotar otra vez de independencia al BCV para que nuestra moneda nacional tenga estabilidad y fuerza, y no se permita que el gobierno pague esas enormes erogaciones, simplemente con la decisión de emitir más bolívares, sin que entren dólares.  Lo ideal es que aumente dicha entrada por otra vía que no sea la petrolera, como sería la exportación de otro tipo de materias primas, la explotación del turismo, la elaboración de productos terminados del tipo industrial y la agricultura, lo cual sólo sería posible con la tan ansiada “siembra del petróleo”.  Además que para contrarrestar más rápidamente el déficit, no sólo habría que diversificar la economía para que entren más divisas extranjeras, sino reorganizar el gasto público para que no sea tan grande.  En ese sentido, los invito a leer mi artículo “La Necesaria Reconducción del Gasto Público”.  Además, es imprescindible que se revierta la modificación a la Ley del BCV realizada en el 2005 que le otorga al Ejecutivo Nacional el control sobre la política monetaria, que antes llevaba el Banco Central en forma independiente.
Finalmente, adoptar una moneda distinta a nuestro bolívar, daría cuenta de una gran falta de soberanía sobre actividades tan elementales como administrar nuestros recursos en forma eficiente, en mi opinión equivalente a adoptar como símbolos patrios una bandera, escudo o himno extranjero.  Si ese proceso fuera la panacea, ya el resto de los países latinoamericanos lo hubiesen hecho, y otros países europeos, como Inglaterra, Suiza, etc, ya tendrían el Euro como su moneda oficial.  Nuestro país sólo debe cambiar de sistema político, tenemos todo para volver a las condiciones de país en vías de desarrollo que antes teníamos, un territorio rico en todo tipo de recursos, no hemos tenido daños en nuestra infraestructura producto de guerras, una enorme salida al mar, países vecinos relativamente estables y con buenas relaciones, una población pequeña, con una división temporal y no por circunstancias tan arraigadas como las étnicas, raciales o religiosas.
En conclusión, mi opinión es que dolarizar no es lo mejor para nuestro país, es una solución muy simplista al problema, que solo beneficiará a los que tienen grandes acumulaciones de moneda extranjera, incluyendo muchos corruptos, no se corregirán las distorsiones de la economía, se acentuará la fuga de capitales y los precios igual subirán al no haber producción.  La única opción es trabajar más y mejor, consolidar una revolución industrial, que la producción nacional aumente, se incrementen las exportaciones y las reservas internacionales, y en consecuencia hagamos justamente lo contrario, revaluar la moneda, nuestro Bolívar, para que esta sea realmente fuerte, propio de países desarrollados y nuestra nación en algún momento llegue a convertirse en esa potencia que tanto nos han ofrecido.

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